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- 33 - Si el «yml pone necesariamente tal ley, no es el determi– nismo el c1ue c1ueda absorbido por la libertad, sino al contra– rio, es ésl:a la que queda supeditada y absorbida por es1::a otra necesidad m~1s radical e intrínseca al sujeto, al c<ym). En efec– to; el yo ((ponell necesariamente la ley; de és1::a se sigue nece– sariamente el determinismo. ¿ Qué lugar queda a la libertad? Si, empero, el «yo conscientel> es libre en tal «posición o emanacióniJ, la ley de causalidad podrá ser cambiada libre– mente; luego deja de ser absolutamente cierta, y si es dudo– so (en el orden real y en el ideal) el valor del principio de causalidad, cae por su base el sistema de Del Vecchio y aun todo sistema cientÍfico. 13 NATURALEZA DEL H01'.1BRE. • Explicadas las dos concepciones de la realidad, Del Vecchio concluye: ((Tal es, pues. la condición del hombre en la naturaleza: por un lado queda comprendido en ella como una parte; por otro, es decir, en la cualidad con:ftitutiva y caracterí..,<tica de su ser como sujeto pensm1te, se refleja sobre la naturaleza, la resume toda en sí mismo, la pone v com- • j prende como idea suya. Desde este supremo punto de vista, la realidad entera no es ya algo extrínseco, sino propiamente una función y representación del yo)) ( r). La naturaleza del hombre es, según esto, ser sujeto pen– sante; y, como tal, principio absoluto y autónomo del mun– do. En esto consis1::e el <<carácter absoluto de la persona, la supremacía del sujeto sobre el objeto>); esto consl:Ítuye «el ser propio y específico del sujeto, su naturaleza en sentido eminente)) (2). Y, por fin, esta naturaleza es el fundamento del derecho. Antes de pasar adelante, convendría saber por qué pasos (r) Ob. cit., p. 343. (2) Ibid., p. 346. 3

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