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32 comprenden, identificadas en un «yoll, toda la realidad y to– das las ideas : aun realidades contrarías, como materia y es– píritu; e ideas contradictorias, como determinismo y liber– tad de las mismas acciones. 12 Del Vecchio cree haber resuelto así las antinomias: • naturaleza física y naturaleza final; determinismo y libertad del hombre ( I); pero la solución es nula, aun en el orden ideal, admitida la tal gratuita y extraña reducción del mundo a representación del ((YO)). Efecl:ivamente; con este recurso, la contradicción se ha trasladado del orden objetivo al ideal, apriorístico, único que exis'l:e; determinismo y libertad son, pues, dos ideas que co– rresponden a funciones del entendimiento. Pero la idea de causa necesaria y la de causa libre son siempre contradic1:o– rias; la una pone lo que la otra excluye; la una afirma -cau– sa intrínsecamente determinada- lo que la otra niega simul et st1b eodem respeflu -causa intrínsecamente no deter– minada. ¿Dónde está la solución? Para que la contradicción desaparezca, es absolutamente preciso o que la libertad y el determinismo se den en sujetos distintos realmente, o que la una o el otro dejen de ser lo que son, como pensaron con más lógica Espinosa y los estoicos, al negar la libertad. Pero aún hay otro inconveniente en la solución, tal como Del Vecchio la propone. «La ley de causalidad -dice- y el determinismo que de ella st: sigue, son pueflos y emanados del yo.n Mas ¿ de qué modo : necesaria o libremente? ( r) ((Cosl, per una critica interna della ragione, si chiariscono e supera– no le antinomie, che a tutta prima s'incontrano nella concezione della na– tura.n Ibid.

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