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- 29 Entonces, ¿ cómo salvar la libertad? No, como debiera lógicamente, abandonando tal concepción, sino transforman– do aquel monismo realis1:a y determinista, semejante al de los estoicos, en otro puramente subjetivo e idealista, con re– solver todo en el ({yo)); y decir que la ley de la causalidad, con todo lo que supone y de ella se sigue: -la naturale– za, el mundo, la necesidad-, son cosas que emanan de la conciencia ( I ). Así el mundo resulta una representación del «yml (2). El \CVOll es, y se reconoce a sí mismo, principio absoluto y autónomo del mundo (3): Base y condición de toda verdad posible (4). Pero, como es de todo punto evidente que no exis1:e ni ha exiscido hombre alguno que tenga tal conciencia de que el mundo, etc., ((etnanel> de él, se abandona el hombre sin– gular, concreto, que exis1e en la realidad: -Pedro y Pa– blo-; y se recurre a otro «yml, universal, superior, abstrac– to; al que se denomina (<Órgano de las ideasll (5); ((lugar de las ideasll (6); «el hombre nóumenonJl (7); «la universa– lidad del sujeto)) (8). De él se hace proceder todo, en la amplia extensión de esta palabra, por vía de «emanación representativa)) ; y con mondo; la liberta sembra irremediabilmente soppressa... A tale stregua non hanno senso i giudizi valutativí; ... non ha senso la Jode o il biasimo, rispetto alle azioni di un soggetto, perche non il soggetto opera veramente, ma la natura opera in luí, che e un mero strumento della neces,ita natu– rale.l> Ob. cit., p. 344. ( r) Ob. cit., p:íg. 344. (2) Ibid., p. 345. (3) Ibid., P· 343· (4) Ibid., P· 345· (5) Ibid., P· 343· (6) Ibid., p. 345. (7) !bid., P· 346. (8) Ibid., p. 350.

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