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28 - a ella corresponde una realidad extrínseca a las ideas, enton– ces no hay más que constatar que se opone abiertamente al testin1onio inequívoco de la propia conciencia y experiencia, por el que estamos absolutamente ciertos de nuestra perso– nalidad limitada, de la exis1encia de otros seres semejantes a nosotros, con los que nos ligan múltiples relaciones y de que el mundo físico existe y se gobierna distinta e indepen– dientemente de las ideas que nosotros podamos formamos de él : en una palabra, de que el monismo subjetivish:i, ((egoístall, es totalmente falso. Y estos hechos primordiales de la conciencia han sido completamente olvidados cuando se construye una teoría se– mepnte. Huelga advertir que ella es totalmente contraria a la doc– trina católica y tradicional del Derecho Natural, a la que, a primera vista, parecía semejante, como queda dicho. Pero no sólo es falsa, sino contradictoria. Según ella, la naturaleza física viene a identificarse con la naturaleza deon– tológica; y ambas se resuelven en funciones a priori del en– tendimiento. Pero, según la concepción causal, es imposi– ble la libertad y con ella la responsabilidad, y sin és1a, no pueden darse la moral y el derecho. Ya queda demostrado : Del Vecchio, por lo demás, lo reconoce explícitamente. «Desde el punto de vista de la causalidad -dice- la li– bertad parece irremediablemente suprimida: no significan cosa alguna los juicios valuativos de bono et malo, merito, laude et vituperio, como decía Espinosa; no tienen senti– do la alabanza o el reproche, en orden a las acciones de un sujeto, porque no es él quien obra propiamente, sino la na– turaleza en él, que es un mero instrumento de la necesidad natural)) ( r). (r) ((Alla strcgua della mera causal ita tutto ci appare determinato nel

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