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- 26 -mornsmo subjetivista-; y esto como una ((representa– cÍÓrn>, ((posicÍÓrnl, ((función del entendimiento)), etc., del ((yoll, tomado és1e como «lugar, órgano de las ideasJ>: Mo– nismo, pues, subjecivisl:a e idealis1a, casi idéntico al Panteísmo idealis1a de los alemanes, verbigracia, de Fichte. lo" Que se trate de subjetivismo puro, es claro: concepto, el teleológico, no es menos válido ce- 111 menos necesario que el primero, el causal; porque, como él, está fundado en una función y aptitud intrínseca de nuestra mentell (1). se ,objete que es1a visión final o teleológica es subje– tiva, y que la causal tiene en su comparación la ventaja la objetividad : porque sería fácil la respuesta que también la causal es tan subjetiva como la otra, correspondiendo tam– bién ella a una exigencia lógica o función ,1 priori del enten– dimien tml ( 2). Tratándose de finalidad de la naturaleza, ((Se designa ex– clusivamente un criterio propio, que nos permite descubrir y apreciar las más profundas e Íntimas congruencias en el orden de la realidad y en el desenvolvimiento de sus ma111- festacioneSJl (3). Adviértase, para excluir la objetividad c¡ue estas últimas palabras pudieran dar a entender, que (<ese orden de reali– dadll, es decir, la naturaleza en sentido causal y final son «criterios nuestros>J, que corresponden no al mundo real que existe independientemente de nuestras ideas, como creemos los realistas y el sentido común, sino a (<funciones a priori del entendimientm> (4). (I) Qb, (2) Ibid. (3) Ibid., (4) ((Le P· 341.
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