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24 - bre todo esto. sirven de cánones de investigación -«ppn– cipios eurísticosn--, como acertadamente dijo ya Aristóte– les : ambos se completan para dirigir nuestra mente en la investigación de cualquier efecto natural. La naturalez,1 nada hace al acaso ( todo tiene una causa). La natt1raleza nada hace en vano ( todo tiene un fin). Son dos principios fundados en las concepciones dichas, absolutamente ciertos. que mutuamente se completan para guiar nuestras investigaciones (p. 343). Creo haber reconocido en esta observación todo cuanto de laudable se contiene en la teoría teleológica de nuestro filósofo: La he anticipado, para que no parezca exagerada la crÍtica de la teoría considerada en su integridad. Es como sigue : ttLa naturaleza, en este sentido, es -dice- principio vi– viente que agita la mole del universo y se desarrolla (((si es– prime))) en la infinita variedad de su desenvolvimiento: es aquella sustancia (((la eterna e indestructiblell), que ya he– mos reconocido inmune de las estrecheces de la causalidad; es la razón interior que da norma a todas las cosas y les asig– na sus propias tendencias y funciones)) ( r). Explicación que completa más adelante, después de ana– lizados diversos puntos de vista, con la siguiente definición : «Por naturaleza, según el criterio teleológico, entendemos el principio que se despliega en el mundo, al través del orden ascendiente de los tipos, la razón que vivifica la materia y la esfuerza a organizarse e individuarse, tomando propieda– des y aptitudes cada vez más elevadas, hasta que, por fin, (r) "La natura e, Ín qucsto scnso, principio vivcntc, che agita la mole dcll'universo e si csprime nell'infinita varíeta del suo svolgimento; e quella sostanza, che riconoscemmo gia immune dalle angustie della causalita; e la ragione interiore che da norma a tutte le cose, e assegna loro proprie ten– denze, funzioni e fini.l> Ob. cit., p. 341.
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