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- 23 por negar la libertad. Como ésta es absolutamente necesa– ria para fundar el derecho y la moral, Del V ecchio reconoce c1ue sobre tal terreno es imposible construir el edificio jurí– dico; para lo cual escoge la otra concepción, la teleológica. Pero al mismo tiempo mantiene como verdadera la causal y trata de componerla con la segunda: de donde viene a for– mular acerca del fundamento del derecho una teoría que, a mi ver, no sólo es falsa, sino también contradictoria. 9 CONCEPCION TELEOLOGICA DE LA NA– • TURALEZA. Además del concepto causal de la naturaleza es posible otro, el final o teleológico, que en contraposición al prime– ro -físico, mecánico- puede llamarse metafísico. Según él, la realidad se nos revela -dice Del Vecchio– no sólo como sujeta al vínculo causal, sino también ((Como animada por una potencia espontánea e inagotable, que diri– ge y guía sus procesos y la eleva, de grado en grado, por su– cesivos desarrollos, a formas nuevas y más altas)) ( 1 ). Verdad es que el orden maravilloso que reina en el uni– verso y la ley misma de la causalidad (p. 341) atestiguan la finalidad intrínseca de los seres que lo integran: que es1e orden resplandece de modo especial en los seres orgánicos (p. 342). Verdad igualmente que, cuando se habla de fines de la naturaleza, no se debe entender en sentido antropoló– gico, vulgar, atribuyéndole una determinación consciente, fundada en la representación del éxito (p. 343); ni menos confundir la finalidad objetiva intrínseca de los productos de la naturaleza con la utilidad extrínseca y accidental que puedan tener respecto del hombre. · Verdad, finalmente, que los dos conceptos, causal y final, de la naturaleza, además de legícimos, son necesarios: v. so- ._, /' ( r) Ob. cit., p. 341.
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