BCCCAP00000000000000000000375

- 21 ra dado conocer de un modo perfecto los antecedentes, es falsa y absurda la afirmación de que podamos prever las ac– ciones humanas, de igual modo que los eclipses. ¿por qué afirmamos que nuestra voluntad es libre? Como queda dicho, por el irrebatible testimonio de nues– tra conciencia, no por hipótesis o postulados de ninguna es– pecie. Y la explicación racional del libre albedrío, facultad es– pecífica nuestra, en la espiritualidad de nuestra alma y en su actividad mediante las potencias, entendimiento y vo– luntad. La voluntad se determina por sí misma a elegir (la elec- es el acto libre por excelencia), no ciega o caprichosa– mente, s1110 a la luz de un juicio prádico del entendimiento, que le presenta un bien (el objeto de su actividad), digno de ser amado y conseguido. En presencia de tal bien, la voluntad es libre: sólo pue– de ser atraída ineludiblemente, dejando de ser libre, en pre– sencia del bien absoluto; es decir, de un bien infinito que, al mismo tiempo, pueda ser poseído de un modo perfecto, llenando su capacidad volitiva. (Prescindiendo de la opinión de Escoto y los suyos, se– gún la cual, la libertad es de la esencia misma de la vo– luntad; así que todo acto voluntario, incluídos aquellos con que apetecemos la dicha en general o amaremos a Dios en la visión intuitiva, son libres.) Este es el «antecedentel> inmediato del obrar voluntario: en él influyen todos los motivos, de cualquier orden que sean, que ayuden al entendi1niento a proponer en su último juicio el bien de que se trate, como asequible y digno de atraer el consentimiento de la voluntad. Así, pues, cuando afirmamos la libertad no negamos que el acto libre tenga una razón suficiente, sino que esa razón haya de ser una causa necesaria: al asegurar que la vo-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz