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- 15 - El pnnop10 del fenómeno (del «modo>l, del «estadoll, del «pasajell), como de toda acción, es el ser; luego es pre– ciso, en la consideración física del fenómeno, recurrir al ser como a su principio. Así lo comprende Del Vecchio (por lo dem;Ís, es claro), y por eso añade que la ley de causalidad supone una realidad, un substrato, una sustancia. Pero, como no quiere dejar la doc1:rina kantiana sobre la Íncognoscibilidad del ((nóumenoll, de toda sustancia, v la e ; restricción de nuestro conocimiento al «fenómenoll, se ve precisado a admitir que de tal «realidad)) no podemos tener idea alguna ni conocer su origen. Luego el principio de los fenómenos sigue tan inexpli– cado como antes, ya que ninguna idea podemos formarnos de él. En vis1:a de tal resultado, parece que el autor debiera co– rregir su concepción de la ley de la causalidad y buscar una explicación racional de la naturaleza física. Pero no lo hace así, sino que la reconoce perfectamente legítima y verdadera siempre que de ella habla ( I); en fuer– za de ella, niega la creación; éxcluye la posibilidad del mi– lagro (2), y admite, también a priori, una sustancia eterna e indestructible. Si, en cambio, con mente libre de prejuicios, hubiese con– siderado atentamente el principio de causalidad, habría vis– to que la misma razón que existe para aplicarlo al fenómeno -su insuficiencia, el no tener en sí la razón suficiente de sí mismo-, obliga a extenderlo a todo ser limitado, contingen– te. Entonces, no se vería obligado a restringir el ((fierin a solo Ob. cit., PP· 339, 341, 342, etc. ((E chiara che, intensa la natura ne! scnso físico, tutto in cssa e nor– ; una violazionc a un'alterazione qualsiasi delle sue leggi e esclusa a priori, poiche appunto la natura non e, in questo senso, altro che la forma della necessita di tutto il reale.>l Ob. cit., p. 340.

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