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PLEGARIA O H, Reína de los cielos, Virgen María! •, Tú que sabes la pena que me tortura, Tú que sabes lo triste que es la amargura cuando el alma no tiene quien la sonría. Vuelve, Madre, los ojos al pobre herido que en este valle oscuro, ciegos los ojos, el pecho en ansiedades tiene sumido, y, sufriendo, camina por entre abrojos ... Mira que voy cruzando solo el desierto, que no poseo un guía que me encamine, mira que voy buscando ansioso el puerto y no tengo una estrella que me ilumine... Mira que voy dejando, desfallecido, hilos ensangrentados de cada herida, mira que ya me siento casi rendido de caminar tan sólo por esta vida. 174 No desoigas los ruegos, Virgen Sagrada, de quien tu auxilio implora en este día, no me abandones, Madre, sin norte y guía, confórtame, benigna, con tu mirada.