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160 El padre enmudece y, reverente, con fervor la adora. ---<<No suspires ya más -dice María-, lleva desde este día la imagen que aquí ves a tus misiones y no dudes que siempre será Ella la refulgente estrella que ilumine a los ciegos corazones.» Así lo hizo, y desde aquella hora la Divina Pastora los sermones del fraile presidía. Los pueblos en tropel se le acercaban, sus pecados lloraban y el llanto en redención se convertía. 1930

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