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RAZONES NECESARIAS EN SAN BUENAVENTURA 39 Sin embargo, en todo rigor esta misma solución todavía no satis– faría totalmente. Por que se puede preguntar: ¿Dios. suple el fallo del deseo natural porque tiene que suplir, o simplemente porque quiere s11- plir? Si tiene q11e suplir, no se salva la gratuidad; si simplemenl:c suple de hecho, simplemente por que quiere, no se salvan las exigencias de un deseo natural. Porque tal deseo, por ser "natural" nece:-;ariamente se cumple y no sólo "de hecho" y contingentemente. No se puede optar -en el pensamiento de San Buenaventura- - por el que Dios tenga que supUr, pues la gratuidad de lo sobrenatural está mucho más explíc:ta en nuestro Autor que en cualquier otro sistema teológico, como derivación del intenso voluntarismo divino en toda acción ad extra, y ele! "ejemplarismo" que pone en Dios todo el ser y toda la suficiencia de las creaturas. Cuando Dios da la gracia no hay en El necesidad, sino pura liberalidad y condescendencia gratuita º'· Hay que optar por una de/iczencia intrínseca en la naturaleza hu– mana: es necesario que, de suyo, falle la naturaleza, respecto de la consecución del fin sobrenatural, aunque naturalmente esté ordenada a ta! fin. En primer lugar, mirado tal deseo "natural" desde el hombre que lo tiene, no significa en él ninguna "exigencia" a ser realizado por la virtualidad propia ele la naturaleza. El hombre se dice que tiende a la felicidad o que es "beatificable", en algún sentido "naturalmente", en otro "sobrenaturalmente". Si decimos que naturalmente "beatifica– ble" nos referimos a que el hombre tiene "aptitud" (ya sabemos que es positiva) natural para la felicidad perfecta, pero ello no significa que tenga ''disposición suficiente" en orden al acto, sino que tal disposición suficiente para llegar al acto de Ja felicidad eterna le viene al hombr;:: gratuitamente de Dios GR. Creemos, según lo dicho, llegar a una solución bastante clara en este punto dicicnclo que, en San Buenaventma, el cleseo natural del fin 67. «I-laec autem influentia recte dicitur gratia, tum quia datur ex mern liberalitate, nulla na• turae cogente liberalitate-non enim oritur ex principiis subiecti-, nec a Deo exit de necessita– te, sed sua liberalitate,. 11 S.,d.19,a.!,q,l,resp.; 11,695b. 68. ccum dicitur: homo est beatificabilis, duo tanguntw, et aptitudo et dispositio... horno quodammodo potest dici beatificabilis per naturam, quodammodo per gratiam... Prout enim hoc quod est beatificabile importat aptitudinem, sic in est homini per natutam horno enim a natura– sua habet aptitudinem ad beatítudinem. Secundum autem quod importat dispositionem sufficien– tem, per quam quis pervenit ad beatitudinem, sive sufficientem ordinem ad actum sic inest homi– ni non per naruram, sed per gratiam, per quam sufficienter disponitur ad gloríam, nec sine illa potest sufficere natura)), II S.,d.19,a.3,q.l,resp.; ll,469b. - «horno per vim naturne sibi inditam po– test pervenire ad perfectam aetatem, et proficere ad cognitionem, sed nunquam potest per se horno in habitnm gratiae, nisi Deus infundat mera sua benignitate,, lb.,d.29,a.2.q.2, ad4m; ll,704b·
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