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RAZONES NECESARIAS EN SAN BUENAVENTURA 33 afectivos en la "necesidad" que adquieren ciertos argumentos teoló– gicos. El carácter afectivo de la teología bonaventuriana influye notable– mente en el método de argumentación por razones nectsarias. Porque, partiendo del carácter afectivo de la Teología, de su calidad de "sabi– duría religiosa" ordenada al :11nor, se comprende que la certeza con que se afirman las conclusiones teológicas haya de estar medida no sólo por motivos de orden intelectivo, sino también por otros de ordeil vo– litivo. Entre dos opiniones iisualmente probables por el peso de sus ra– zones especulativas, se ha de seguir aquella que más conduce a la "pie– dad". E incluso más: si no hay motivos racionales --puramente rac:o– naics- para afirmar una proposición y si tampoco los hay para ne– garla absolutamente, en tal caso hay que seguir el camino que nos dic– te la "piedad". Es bien sabido que, de hecho, el Seráfico Doctor utili– za el argumentum ex pietate para adherirse, o dar por menos probables ciertas opiniones Gs. Esta piedad y reiigiosidad nos impulsa a tener de Dios un concep– to lo más elevado y grandioso posible, al mismo tiempo que nos dice que toda nuestra vida y nuestro conocimiento deben orientarse al amor de Dios. Por ta111to, si poner en Dios una determinada propiedad fo– menta ambas cosas, tenemos un motivo razonable (si no racional1 para afirmar tal propiedad del Ser divino. Esta es la sustancia del argl!men– •fum ex pif!fate para probar la existencia de tres personas en Dios, se-– gún propone San Buenaventura. Todo el trabajo especulativo de nues– tra razón no nos ha permitiáo ver "actualmente", de modo claro y se– guro, la existencia de la Trinidad. Especulativamente vemos que no aparece repugnancia en que haya Trinidad en Dios. Pero el pensar de Dios tanta grandeza nos da una idea sublime de su majestad y bondad comunicativa, y entonces, sin ver más razones, el impulso afectivo ha– ce en nosotros estas dos CO$as: que nos decidamos a afirmar aquella verdad para fomento de la piedad; que nos "aseguremos" con adhe– sión vital a ella, más de lo que exigirían los motivos "vistos". En tal caso podíamos decir que la certeza así lograda (que mejor llamaría- 53. Cfr. II S., d.16,a.2,p.l,resp.; II,401a; lbid.,d.23,a.l,q.l,resp.; Il,532 532b; III S.,d.3,a.l,q.2.III, 65ss.; !bid. d.1,a.l, q.2; 111, 2lss. Otros ejemplos en CARVALHO ECAsrno, S. Bonaventure le Doc– teur Franciscain, Paris, 1923,pp.122ss., GuARD!Nt, Das «argumentum ex pietate» beim hl. Bona– ventura und Anselmus Dezensbewels: Theologie und Glaube, 14 (1922) 136-165; RosENMOELLER, Religiose Erkenntnis nach Bonaventura {Beitr1ige zur Geschichte der Pililos. und Theoloh. des Mittelalters, OBd., Heft 6) Milnster, 19'25.pp.J46ss,p,174.

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