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32 P. ALEJANDRO DE VILLALMONTE revelación nos descubre esta nueva conexión haciendo avanzar un proceso cognoscitivo que ya estaba verdaderamente iniciado por el hecho de conocer nuestra mente las razones eternas, de algún modo 52 • Acontece ahora que, no siendo claro nuestro conocimiento en las razones eternas, tampoco tenemos evidencia actual de la ilación en– tre ellas y la propiedad divina de ser Trino en personas; pero tene– mos evidencia vidual, implícita. Hemos captado ya -aunque sea en la lejanía y oscuridad de la fe- la misma razón formal que, vista con claridad en el cielo, nos dará evidencia absoluta de la Trinidad. Con esto creemos haber dado la verdadera y sistemática explica– ción de las razones necesarias del Seráfico Doctor sobre la existen– cia de la Trinidad. Tiene tal teoría evidente conexión con la ~enera- ble doctrina agustiniano-frandiscarla del ",iluminismo". Al mismo tiempo y se ve claro que las razones necesarias implican un modc es– pecial de concebir las relaciones entre el orden natural y sobrenatu– ral: estamos naturalmente ordenados a ver la Verdad divina como es en sí. A través de estas teorías también se descubre la presencia de lo que es la columna vertebral de la construcción científica de San Buenaventura: el ejemplarism·o divino, cuyo último fundamento hay que buscarlo a su vez, en la concepción dinámica del ser como "bien". en la metafís,ica del "amor", que se eleva en el ambiente de pensador– religioso-cristiano que es San Buenaventura. 7. - LAS RAZONES NECESARIAS ARGUMENTO "SEGÚN Ll, PIEDAD". Ya en la misma alusión histórica puesta al principio del trabajo, como en et desarrollo del pensamiento de San· Buenaventura, se habrá observado la íntima conexión que tienen las "razones necesarias" con el r,rgumento de la "piedad" que exige la difusión Trinitaria: si pensa– mos de Dios altísimamente y piadosísimamente n'O podemos menos de pensar que haya de haber en El Trinidad de personas. La "piedad" tiene aquí un alcance muy amplio, hasita llegar a sig– nificar todo el ambiente interior religioso en que se desarrolla .esta ar– gumentación, la atmósfera espiritual en que brotan las "razones nece– sarias". No podemos ahora estudiar el argumento de la "piedad" en es– te su sentido amplio. Sólo hacemos algunas indicaciones sobre el argu– mento de la "piedad" en cuanto expresa la in 1 fluencia de los elementos 52, Sobre el «iluminismo» del Seo. Dr. véase los textos y autores de la nt. 43,

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