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RAZONES NECESARIAS EN SAN BUENAVENTURA 31 mos sobre el misterio, están positivamente ordenadas a darnos eviden– cia en el cielo y si las viéramos ahora en foda la virtualidad que ellas encierran, cierto que veríamos cómo de aquí se sigue la existen~ia de Dios Trino. La imperiiección de las razones no depende de que ellas en si no son suficientes para concluir el intento, --'Si las viéramos plena– mente-, sino de la imperfección del estado actual. Nótese la diferencia entr,e este argumento de razones necesarias y otras pruebas que aduce nuestro Autor, tomadas de los vestigios e imagen de la Trinidad. Estas no son razones verdaderamente demostrativas, "ne– cesarias", ni en sí mismas, ni para nosotros, ni para nadie: aunque- se vea exhaustivamente el ser de las creturas a la luz de la revelación, no dan certeza "absoluta" (sapiencial) de que en Dios hay Trinidad de personas. Ninguna propiedad de las creaturi!4s reproduce adecuada– mente esta propieélad del Ser divino de contener tres Personas en la unidad ae naturaleza individual. 5) Con relación a otros teólogos -por ejemplo Santo Tomás y los que siguen su dirección- pudiera parecer que la diferencia es, en realidad, nula, pues nadie tiene inconveniente en admitir, que, si vif– ramos la razón de Deidad como es en si misma (o cualquier otra per– fección "noble" de Dios), veríamos su conexión necesaria con la Tri– nidad de Personas. Tales razones, se dice, son necesarias quoad ~e, pero no quoad nos. - Sin embargo, San Buenaventura afirma que son necesarias quoad se y también; quo'lld nos, aunque de hecho pura– mente contingente no las conozcamos como necesarias en estado actual. 6) La diferencia última y que ya afecta a la orientación' sistemá– tica de nuestro Autor es la siguiente: nuestra mente tiene ordenación positiva natural a conocer en las razones eternas en cuanto tales (se– gún exige la teoría del "iluminismo") y por tanto ordenación positi– va a conocer lo que está en conexión necesaria con dichas razone:,, cual es el misterio de la Trinidad, según sabemos por la fe. Es indu– dable que estamos ordenados a conocer el misterio de la Trinidad a manera de conclusión de nuestro conocimiento en las razones eter– nas: estando oraenados a conocer los principios estamos igualm@n– te ordenados a las conclusiones que en tales principios están virtual– mente contenidas. Antes de la revelación, aunque teníamos algún os– curo conocimiento en las razoneEi eternas, no veíamos que en ellas se incluyese esta proJ)iedad del Ser divino, el ser Tríno en personas. La

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