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18 P • A L E J A N D R O D E V I L L A L M O N T E ser teólogos. Este paso, en el misterio que nos ocupa, lo verifica San Buenaventura por medio de los razonamientos teológicos que él llama razo,nes necesarias. 4. - LAS RAZONES NECESARIAS COMO ARGUMENTO "ONTOLÓGICO". Para demostrar la existencia del misterio de la Trinidad encuen– tra San Buenaventura dos clases de argumentos: uno a posteriori, o por los efectos; y otro a priori (a simultaneo), o por las causas. En to– das las cosas creadas descubre efectos de la Trinidad en cuantc, tal, que le dan alguna razón -aunque imperfecta- de por qué Dios es tri– no en personas: en virtud del principio de causalidad, si logramos ver las cosas como efectos de la Trinidad, podemos concluir la existencia de tres personas en Dios. Así lo hace San Buenaventura a través del alma humana, que en el despliegue de su actividad íntima reprodJce, de un modo proporcional y análogo, el proceso que en su desarrollo si– gue la vida íntima de Dios 36 • Toda demostración a posteriori da una ciencia muy imperfecta y en particular el Seráfico Doctor insiste en las imperfecciones y defi– ciencias que implica la demos¡tración de la Trinidad por sus efectos en este mundo sensible 37 • Sólo la demostración a priori, "por causas", puede darnos ciencia estrictamente tal. Sobre todo teniendo en cuenta el concepto <(sublime" que de la certeza tiene el Santo Dootor. Lo mis– mo vale en Teología: nunca logrará la altura de una ciencia perfecta, no logrará ser "suprema sabiduría", sino en la medida en que demues– tre sus enunciados por argumentos a priori, o por razones necesarias. S1 se trata de verdades teológicas contingentes, que dependen de la li– brt' acción de Dios ad extra, ya se ve que tal necesidad ha de ser muy relativa, para no comprometer la libertad divina. San Buenaventura ha– ce resaltar especialmente esta libertad bajo el influjo de su destacado voluntarismo divino 38 • Nuestro Autor busca constantemente razones a priori para probar cualquier verdad de fe (baste leer cualquier capítulo de Breviloquio), pero nunca las llama razones necesarias sino cuando habla de la vida íntima de Dios en que todo es, estrictamente hablando, necesario. Y se 36. Los textos principales en I S., d. 3, P. 11; l,OOss.; ltin. cap.3; 303-306. 37. 1 S.,d.3,P.11,a.2,q.3; 1,92-93. /n Hex. Collat. 11,nn.13ss.; V,392ss. 38. Sobre la voluntad divina como causa de las cosas trata «ex professo• en S·,d.45.a, 2,q.; 1·2; l,803ss,

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