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14 p o ALEJANDRO DE VILLALMONTE no puede ser de otra manera. Para entender el hecho de que Dios sea Uno en esencia y Trino en personas, se busca alguna propi-edad divi– na (alguna idea subsistente en Dios) que de r~zón de este hecho miste– rioso. Y la explicación la encuentra San Buenaventura partiendo de, o rnponiendo en Dios determinadas propiedades, particularmente la "primidad". - Todas ellas son expresivas de la metafísica del bien que virne a constituirse en el apoyo sistemático de la argumentación, A este modo de concebir el ser sobrenatural (como bien y amor suma– mente difusivo) llega San Buenaventura por la meditación religiosa profunda de las verdades de la fe, que todas son vistas como análogas en la razón de "bien", que en la terminología por nosotros adoptada llamaremos "analogía de la fe". Vamos a examinar detenidamente cada una de las proposiciones anteriores. 3. - CARÁCTER TEOLÓGICO DEL ARGUMENTO Nos conviene insistir, en primer término, en esta característica del argumento de razones necesarias. Con ello queda excluída de raiz la objeción que pudiera ponerse al Seráfico Docfor de querer demostrar el misterio de la Trinidad por sola la luz natural de la razón. De un modo general está excluído el peligro de "racionalismo" teo– lógico en la afirmación terminante, sin paliativos, de que nuestra ra– zón, por el desarrollo normal, aunque sea exhaustivo, de todo su dina– mismo, jamás llega a conocer la existencia del misterio de la Trini– dad: Nullo modo Trinifas personarum est coignoscibilis per creaturam, rationabiliter ascendendo a creatura in Deum 26 • Y la razón es bien clara: el misterio de la Trinidad consiste en la pluralidad de personas dentro de la unidad de esencia. Ahora bien, "la pluralidad de personas dentro de la unidad de esencia es tan propio de la naturaleza divina, que en las creaturas no se encuentra nada semejante, ni se puede en– contrar, ni aún pensar razonablemente" 27 • Si a continuación de unos textos tan claros el mismo Seráfico Doc– tor nos habla de razones necesarias para probar el misterio, ya se com– prende que la necesidad de tales argumentos no se ha de entender par- 26. I s.,d.3,P.l,a. unic., q.4,resp.; 1,76b. Zl. «pluralitas personarum cum unitate essentiae est proprium divinae naturae solius, cui– us simile nec reperitur in creatura, nec potest reperiri, nec rationabiliter cogitari». !bid,
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