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Verdad contra mentira, luz en los ojos y reir. ¡Oh amor! La senda es mía y tuya ... Escucha amigo: ¡Qué pocas primaveras en la vida! ¿Por qué desperdiciar ni una ocasión? Se me cayó el pañuelo y un nenúfar me devolvió el estanque. Y una estrella respondió a aquella lágrima furtiva. Si alguna vez un sapo me mandaren, por milagro podré ponerle alas... Que me encuentres un día sentado bajo el árbol florecido o -así sea- llevando por bordón un canto de esperanza. Iré sembrando aún los pedregales. Se me está haciendo tarde ya la vida Para no ser, hoy, más bueno. 53