BCCCAP00000000000000000000372

Vi vender la amistad por moneda de cobre; supe decir "no importa", porque amo la alegría, y la encontré en la paz o en el beso salobre. Te tengo entre mis manos, Oh Dios Eucaristía, y te ví en los mil rostros humildes y creyentes de la gente del pueblo que a comulgar venía. En los límpidos ojos, en las rugosas frentes, en el joven sincero que se acerca a la arena de las horas dudosas, los amores ardientes. Envidioso de nadie; tan sólo de la pena del que pude haber sido, pero que no alcancé; ni el dolor robó mi alma, ni el ansia me enajena. Busqué en el universo tu huella y la canté, pobrecillo poeta, caminante de auroras, fui sembrando mis versos al paso de tu pie. En el alba indecisa y en las tardes sonoras me invadió la belleza del verso y la oración, esa llamada inquieta que íntimamente ignoras. Ardiente amor, espíritu, poesía, inspiración. Harto de silogismos, devalué la idea y le pedí a los vientos y al mirlo su canción. Cuántas veces te dije, sin comprender: "¡Que sea!" Al borde del camino, cuántas veces, Dios mio, sentado como el ciego grité: "¡Señor, que vea!". 148

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz