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24 P. TARSICIO DE AZCONA la propuesta de Peyró fué mal acogida en Roma, protestando que resultaba sobrehumano que pobres mujeres viviesen sin rentas ni seguridad de sustento. Peyró comunicó por escrito esta resis– tencia a Juan II, quien se dirigió a Pío II en un despacho en el que calificaba de pretexto vano la actitud de la curia; traía a colación la voluntad de san Francisco y de santa Clara, la práctica de muchos monasterios, y, recientemente, la reforma de Coleta Bolet, que dejó al morir veinte monasterios en la rígida observan– cia; terminaba el monarca suplicando al Papa que introdujese esta. reforma con religiosas de Lezignan, destinando las rentas a la. construcción de un monasterio de mojes jerónimos 1 ª. Pío II no quiso condescender inmediatamente a este requeri– miento de Juan II, sino que encargó al deán de Barcelona que in– dagase personalmente la situación de las religiosas de Perpignan,. y, de ser exacta la exposición del rey, procediese a cumplir sus deseos 49 • Las gestiones iban bien encaminadas, pero se estancaron prontamente porque las coletinas de Lezignan se vieron imposibi– litadas, para hacerse cargo de esta nueva fundación, en las condi– ciones que deseaba el monarca ; habían hecho un gran esfuerzo tres años antes para repoblar el abandonado monasterio de Gandía 50 • Juan II no se dió por vencido: lo que no podía hacer un monaste– rio, lo podían hacer entre dos ; instó a Pío II para que fuese a hacerse cargo de Perpignan sor Odeta, abadesa de Gandía, u otra religiosa, con doce coletinas de ambos monasterios. Pío II condes– cendió también esta vez 51 , mas el traslado de religiosas no se llevó a cabo, pues las circunstancias no permitían a ninguno de los dos monasterios estos actos de expansión. Por eso, la inob– servancia siguió imperando en Perpignan, contra la voluntad de los reyes de Aragón y de la curia romana. La reforma de Daza y Fenal s. - Al llegar a Perpignan estos reformadores, la situación era deprimente; jurídicamente estaba implantada la regla urbanista, mas de hecho, brillaba por su ausencia toda regla: no tenía ni abadesa. Los reformadores hacían constar « porque el dicho monesterio estaba syn abadesa, e no 48 Este despacho de Juan II, Barcelona 1460 enero 30, en ACA, Re,q.3361 f.189rv, no tiene desperdicio, y al describir el niodas vivendi de la reforma coletina, resulta el más calificad& elogio de la ,misma. 49 Bula Meditatio cordis, cit. en la nota 47. 50 Es necesario relegar al campo de la leyenda cuanto han escrito los cro– nistas y es repetido modernamente; véanse numerosas citas en A. lVARS, Ori,qen..., en Arch.Ib.Amer. 21(1924) 390-397. Ni ]as coletinas abandonaron Lezignan, ni huye– ron perseguidas por ningún príncipe o señor burlado; aunque tampoco se excluye que alguna de ellas, por ej. l\Iaría de Carlat (Escarlata) hubiera sido mandada a España para evitar algún lance comprometido; para este punto sirve muy poco la nota de SERAFÍN DE BAÑOLAS, O.F.i\1.Cap., Las clarisas de Gandía, en Est.Franc. 24(1920) 207-214. La fundación se debió enteramente a la iniciativa del caballero valenciano Luis de Vico y a la intervención del Papa Calixto III; los detalles de la misma, mientras no se publique la bula del Papa español, pueden verse en la Regí– mini universa/is de Paulo II (Roma 1465 sept. 20), en Bull.Franc. II, 662 n.1302. 51 Bula 11Jeditatio cordis (Roma 1461 enero 13), en Bull.Franc. II 454 n.872.

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