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14 P. TARSICIO DE AZCONA oficio, y que las religiosas no procediesen a celebrar elección hasta tanto no tuviesen ellos respuesta de Roma. Este golpe demostró al monasterio que los visitadores esta– ban bien respaldados y que no estaban dispuestos a dejar la vi– sita a medias tintas; ellos, por su cuenta, se tomaron tiempo para consultar el caso con los Reyes y con el Papa, sin demostrar ahora ninguna prisa, a fin de que un sano temor invadiese el monasterio y fuese creando un clima propicio a la observancia. Así se deslizó la vida del monasterio hasta la decisiva visita del 9 de mayo de 1495, en que Daza y Fenals presidieron un capítulo, que nombró a Margarita Regedella administradora, del mismo, y en el que todas las religiosas se obligaron a observar la regla de Urbano IV, las costumbres de la Orden, el derecho común, las ordenaciones que los visitadores habían dado desde el día 9 de noviembre de 1493. Es cierto que esta decisión del monasterio no fué unánime; las religiosas Leonor Trespá y Beatriz J orbá « dixieron que ellas consyenten, mas no de voluntad » ; Catalina Pepiola respondió « que ella tiene el habito por fuerza, y que no deliberaba de se obligar a cosa ninguna de las susodichas fasta que vea por justicia si es religiosa, y que si de justicia ella es religiosa que promete de guardar todas las cosas susodichas, como cada una de las otras religiosas» (f.lOv). Estas fueron contadas excepciones; la pacífica sumisión de todo el monasterio ayudó a los visitadores para que en el mismo mes de mayo ordenasen varias obras, a fin de segregarlo todo lo posible del mundo (f.llr); suprimieron también las cámaras personales de La Natort, de la Vicaria, de la abadesa, de la Marca, la Lulla, la Borja etc. (f.12v-15r). El acto fundamental de los visitadores consistió en la en– trega de unas nuevas Constituciones, en las que recogían y regla– mentaban toda la vida religiosa y salían al paso de los abusos más abultados; al final de nuestro estudio puede verse el texto completo de las mismas. Las actas registran una última visita de Daza y Fenals el día 30 de julio para ultimar la construcción de la enfermería, ropería, sala de trabajo, y para expulsar definitivamente a las escolanas que no se resolviesen a emitir la profesión. Declararon también que la visita canónica no quedaba cerrada hasta tanto fuesen visitados todos los monasterios de Cataluña. C a m b i o de hábito y de re g 1a . - El tiempo demos– tró que la sumisión del monasterio había sido demasiado ficticia y que el yugo impuesto por los visitadores resultaba intolerable para quienes siempre habían conocido y profesado un tenor de vida mucho más benigno. Por otra parte, declararse en rebeldía era demasiado arriesgado, ya que la reforma era apoyada omní– modamente por los Reyes; en tales conyunturas, la abadesa y re– ligiosas optaron por conseguir en la curia romana la aprobación

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