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REFORMA DE LAS CLARISAS DE CATALUÑA 9 a desarrollar las tácticas repensadas para imponer la reforma religiosa en todos los frentes. En varias fechas, y por último, el día 17 de marzo de 1493 pedían a Alejandro VI plenos poderes para nombrar reformadores, que visitasen los monasterios de religiosas de sus reinos. Sospe– chando que esta pretensión perecería exagerada en la curia ro– mana, en este último despacho pretendían los Reyes que el Papa les concediese tales poderes, al menos para los monasterios de Cataluña. No había llegado seguramente a Roma esta carta, cuan– do Alejandro VI concedió el breve Exposuerunt nobis (1493 mar– zo 27), facultando a los Reyes para nombrar a algunos prelados y personas doctas, que visitasen y reformasen dichos monasterios. Fernando e Isabel se hallaban durante aquellos meses en el Prin– cipado de Cataluña, donde palparon la profanación y desórdenes de los monasterios de religiosas; recibido el breve pontificio, se apres– taron a nombrar visitadores. Para la diócesis de Elne, enclavada por entonces en la corona de Aragón, dieron nombramiento a Juan Daza, deán de la iglesia de Jaén, y a fray Francisco Segarra, de la observancia de san Francisco 1 ª. Para Barcelona habían nombrado en un primer momento a Martín Ponce, obispo electo de Mesina, a fray Galcerán Cristóbal de Gualbes, guardián de san Francisco de Barcelona, y al presbí– tero Antonio Juan Maior, maestro en artes, a los que se uniría fray Pedro Castrobol, ministro provincial de la provincia francis– cana de Aragón. Este primer nombramiento no fué eficiente, ya que Gualbes y Maior declinaron el mismo, siendo reemplazados por Juan Daza, ya nombrado, y por fray Miguel Fenals, guardián de la observancia de Mallorca 11 • Los Reyes Católicos imaginaron que su plan de reforma podría ser implantado antes de que diesen por terminada su es– tancia en el Principado; por eso, aceleraron los pasos de los re– formadores, que recorrieron con bullidora actividad todos los ca– minos del Cataluña; mas en este detalle les faltaba a los Reyes sentido de la realidad. Su ideal cabalgaba como un corcel, sin tener idea de las complicaciones que podían surgir detrás de los muros de los monasterios de clausura. Estas complicaciones, muchas de ellas altamente desedifi- 13 ACA, Reg.3611 f.20v; despacho dado en Barcelona en 1493 nov. 3. i.t Este nombramiento fué dado en Barcelona en 1496 julio, (Bibl. de El Escorial V. II. 14 f.1). :¡.;¡ definitivo, con la inclusión de Daza y Fenals, dado en Montserrat el 6 de nov. en ACA, Rcg.3611 f.21rv. - Todos estos personajes son harto desconocidos, a pesar de s,,r hombres relevantes; Daza llegó a obispo de Oviedo y Cartagena; fray Miguel Fenals es conocido como escritor en los repertorios de bibliografía regional (véase A. IVARS, art.cit., en Arch.Ib.Amer. 34(1931] 282-286); a veces aparece también en la documentación, por ejemplo, actuando como custodio en los conventos de Ma– llorca, cargo mal mirado por el vicario provincial de Aragón, y del que salió para ser visitador de las clarisas (ACA, Reg.3685 f.2rv). Un despacho de Fernando el Ca– tólico comunicando el nombramiento de visitadores a los obispos y oficiales reales, Montserrat 1493 nov. 7, en ACA, Reg.3611 f.21.
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