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L.\ EX:f:GESIS, BÍBLICA 189 sigues, a un perro muerto ?n (I Sam. 24, 15). :.lifiboset, hijo de Saúl, favorecido genero::amente por David, dice a éste: <,¿Quién ~oy yo, tu siervo, que te has d'gnado mirar a un perro muerto como yo?)) (2, Sam. s: 8). Y no sólo oímos esa expresión de boca de hebreos, sino también de extraños al pueblo de Dios. Hazael, rey ele Siria, dice a Eliseo : ,, ¿ Quién soy yo, tu siervo, perro ... n (4, Re. 8, 13). Y la mi~ma frase se encuentra mucho antes en las Epístolas de Tdl-el-Amarna (n.º 60, 6; fil, 2). Si nos queremos fijar no sólo en las frases, sino en las palabras, hallamos en la Epístola IV de Lakis una de especial importancia, porque confirma un uso consignado en la Biblia con ese mismo vocablo. ((Estamos atentos -dice--a las sei"iales (hebr. masect) ele Lakisn; estas señales podían ser hogueras o colmI'nas de humo, con fines militares. Es la misma palabra que usa Jeremías (6, 1) al anunciar la imninent2 invasión caldea.: ((T,ocad la trompeta en Tecoa, y kvantad nna sefía;l (hcbr. ((se'u mase'et) en Beth– hakkeremn, para que lo~ habJantes de J crnsalén en el momento crítico sepan dónde refugiarse. La columna de humo (mase'et-lwhasan) fu() htm– bif:n la seíial que sirvió a los israelitas en la guerra con la tribu de Ben– jamín, para conocer que la ciudad de Gabaa había caíd:1 rn poder ele los que habían puesto en acecho (Jud. 20, 38. 40). A este propósito de las señales luminosas, o de otras clases, para comunicarsr a. distancia, n'tTr– Cfil. citars<' otros documi1ltos no lwbreos. 2.º Los textos de :1Iari.-Nos referimos a los llamados ((textos de ;,Ia– Dll, abundantísimo malPrial de escritura cunPifor~e (nada mr'no:; que 20.000 ladrillos), .venido q, la luz últimame:1te en el archivo del palacio del último rey de Jvíar;, Zimrilim, oonL'rnpor:m,'o ck· Hamurabi. El ha– llazgo es rPCÍente. En 19:.¡:.¡ cornrnzaba '\Ir. P.\HROT las sc·is campañas de ex~·;~vacioncs, que se mostraron pronto muy frndnosas. Se descubrió el palacio real, que ocupaba un ,espacio dl' dos .lwciúrcas y con,;taba ele nume– rosa:; habitaciones (hasta ahora S,' han co 1 1tado rnfü, d, 220), en las cnaks se han encontrado los su~orlichos documentos, que ~on en su mayor parte carhs enviadas/ al rey y p,ir d rry y texto-; co:I'.rºrc·ial •s. E.;; ink·rc·sant," para la ·cxégesi•. 0 del Antiguo Testamento el uso de :-:'ñah's luminosas de q1w frrcurnkmente se hace mend6n ,en los textos (le Mari. C. Dossrn, en un artículo, Si1;11aux lumineux ai1, •fJays de 11,.:lari, en la ((Revue d' Assvrio– lo.!,;ie et d'archéologi,r oriPntakn, 35 (1938), 174-86, publica el text~ de muchas cartas f'Il quP ocurren las <'xprcsiones ((levantar el fnegon o los · fucgm, ,devan:ar la antorchall, hablándose de la gtwrra o ·el" razzias vne– migas, o Pn gt'neral de movim:entos militar:>s. Esü, moclo convencional d,:! comun'cari(' a cfo:tancia (especie de telegrafía sin hilo:', primitiva y rndi-

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