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208 ESTUDIOS BÍBLICOs.-Teófilo de Orbiso, O. F. M., Cap. Profesor de Oxford, Mr. LA.~GDON, pubEcó en 1923 y 1924 dos documentos cuneiformes que llamaron poderosamente la atención de los sabios. Con– tfonen la lista de los reyes de'. sur y norte de Babilonia, escrita en sumero, que nombra los reyes de antes y después del diluvio, llegando hasta el tiempo de Hamurabi. Sus pripcipios se pierden en la oscuúlad de, mito, pero no obstante contiene preciosos datos históricos. Los reyes de la lista antes del diluvio son ocho en up. documento y diez en otro, que reinaron sobre distin,ki.s ciudades, como Eridu, Sippar, Surnppak, Larsa, etc. La duración de su reinado es ciertamente fabulosa, pues da a upo 28.000 años, a otro 36.000, a otro 43.000, etc., y en conjunto los ocho reyes del primer documento reiparon 241.000 años y :os diez del segundo abarcan un tiem– po de 456.000 años. Esta longevidad disminuye mucho en los reyes post– diluvianos, a los que se da 1.200 años, u 800, ó 126, ó 36, etc. Como du– dacles regias princ:pales después del diluvio (en estos documep.tos se habla del diluvio babilónico), se nombran Kish, Uruk. Esta lista, por lo que toca a los reyes antediluvianos, ha sido editada posteriormelhk; con más perfección por TH. JACOBSEN (18). Los años de la lista se referirían no a los individuos nombrados, sino a la respectiva dinastía encabezada por ellos. Esa misma longevidad para los hombres aptedi uvianos hallamos en la narración del sacerdote calde(). BEROSO (s. IV-VII a. Cr.), que nos ha conservado EUSEBIO DE CESAR.EA en. su Chronícon, 1. l.º, editado críticamente por ScHoNE. Esa persistencia y unanimidad de todos los documentos en as'gnar nú– meros tan alto.,; a la vida de los hombres antiguos, que la ómcia no admite, ¿ nri será un recurso literario común a los escritores de aquellos tiempos, coJ1 e que no querían expn:,sar la edad real, sino· otra idea a nosotros des– conocida? Los números de la B:blia, aun admirando su moderación y so– briedad respecto de los documentos profanos, son demasiado elevados se– gún el veredicto de la ciencia, y no pueden ser considerados como índices de la edad real de :os Patriarcas. Par,)cidas observaciones podrían hacerse ~obre la narración del Dilu– vio, sobre la edificación de la Tare de Babel, 'a confns·ón de lenguas y la dispersión de las gentes, que encuentran serias dificultades en la..s ciencias. No sólo la universalidad geográfica del Diluvio, comúnmente admitida por la exégesis ant'gua y medieval, y hoy generalmente abandonada, sip.o la universalidad antropológica, retenida hasta ahora romo la más probable, choca cori graves dificultades por par:ie de la etnología o ciencias de las (18) TH. JACOBSE?,;: The S11111e1·it1111 Kinp Lisi, Chicago, 1939.

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