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BÍBLICA tre el Pent. Samaritano y los LXX) sólo se recaban dos mil años, -poco : rr.ás 0 menos, eptre Adán y Tareh, padre de Abraham. Pero Abraham, según los últimos estudios no puede co ocars,e antes del s. XIX a. Cr. (el conjun– to de fac,ores históricos y cuturales, dice A. REA, hace muy probab·e que la c'ntrada de Abraham en Pab,tina no tuvo lugar antes del s. XIX)). (Bíbli– ca, 24 [1943], 288). Ahora. bien; las excavaciones de la l\:ksopotamia, Egipto, Siria y Palestina nos conducm hasta el XL (4.000 antes ele Cr.) y anñ más lejos. GARGSTANG, en sus ,exploraciones de Tell-es- :;ultan (J eri– có) c'n U)36, hizo np profundo sondeo hasta la tierra virgen, donde co– miPnzan a apareccr de cultura humana de la época mesolítica, es decir, de hacia el s. LX an.\2s de Cristo 6.000). Y aun precedió a é,;;ta la cultura paleolífca, de imprccisada, p:>ro larguísima duración, dada la len– titud del progr::so con que se desarrolló 'a cultura en los tie:rr.pos primiti– vos. Estos datos cier,bs de la arqueología sobre la antigüedad de la exis– tencia del hombn; en el mundo, son otro indicio de que J\To:sés al dar en esos prirnerü.~ capítulos del Gén~ sis su cronología, 110 intenta ofrecer en ellos una h'.·storia en sentido es'Jricto, no da la cronología en función de la his– toria, sino que la subordipa a otra idea superior. Su afirmación no recae sobre la cronología, sino sobre la idea principal a 1 a que sirv'e de expresión. Ni siquiera hay en estos capítulos sistema alguno ele cronología, s;no que ésta lct deducirnos nosotros de 'os números que ponen Pn las genealogías ck los l)a:tiarcas, ante,~ y después del D]nvio (cap. 5 y 11). Por tanto, lo dicho de 1HF;élla es aplica_ble a éstas. En decto, tampoco las genea'ogías parecen t2rwr un valor histórico riguroso, por lo que se refiere a los númc>– ros. Las ciencias han drmo~trado que la duración de la v'da humana en 1 a época paleolítica y neolítica no era superior a la actual, sino igual o menor. La sen/encia de' Salmo 90 (89), 10, es la ,expres'ón de la norma constante a qnc> se' ha ajustado siempre la duración de la vida hurr.ana. ((Snmma annomm nostrorum sunt 70 anni; et si validi sumus, 80 ... n ¿ Cómo es, pues, que en estas narraciones genesíacas se atribuye a los hombres una longevidad tan grande, que tanto con'írasta con los datos ciertos de la cien– cia? Esta, en efecto, del exameµ de 1 0s restos humanos encontrados en los estratos geológicos per1enecientes a aquellas remotas edades, concluye a la vida humana igual o mús breve que en la actualidad. Si se comparan las genealogías d:,l cap. 5 y 11 dd G~nesis con las s·rnilarr:s de otros pueblos, corno Egipto y Babilonia, aparece la mocl'.,ración y sobriedad de la Biblia resp€cto de los c1ocmmn'os profano~; m;,ntras e71tre los Patriarcas bíblicos ninguno lkga a los mil año,, y los po,tdiluv;anos no p:isv1 de los 600, los 'documentos profanos conceden a rada uno muchos m]lares de años. El

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