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LA EXÉGESIS BÍBLICA 201 rios frer1.,es a la vez; quien p:ense en la dificultad del aprovisionamiento de las ,ropas, y que aun en las grande;:; gU<,rras modernas apenas si se llega a ese número de combatientes que luchen ep un solo lugar, sabrá dar a esos números su alcance justo, y entenderlos según es intenc:ón del es– critor, ae una grande, ininensa multitu,d. Es como cuando los hermanos de Rebeca, al despedir.::e de ella, le de;;ean que sea madre fecunda, y para expresárselo, le dicen que su descendencia s•e multiplique por m1llones: ((Crescas in n::ille rnillia)) (Gen. 24, 60) ; o como cuando Moisés oraba al Señor: ((Vuelve oh Jahwéh a las miradas de Lraeln (Núm. 10, 36), para decir: ((a tu pueblo nurneroson, a la multitud ingepte de tu pueblo. Otros números que causan admiración por su grandeza, están corrom– pidos. Sabido es que los números, así como los pombres propios de perso– nas o lugares, son por su misma naturaleza los elementos más fácihnente al– terables al irasladarlos de una lengua a otra, y al multipli::ar.,e los ejem plares. A pesar de estas y ocras mucha·s observaciones semejantes sobre. el es- tilo del autor de Paralipórrcenos, ha de decir que ese Libro es una obra hostór;ca en todo el sentido de la palabra. N. B.-HUIVIMELAUER, en su Comentario al I. Par. de 1905, admite la historicidad, aunque en un sentido lato, en cuanto en la relacióJ1 de los he– chos se ha permic'ido el autor la libertad propia de la epopeya. El autor ha qu2rido escribir una epopeya nacional, sobre todo de las gestas de la monarquía teocrática, poniéndole como solemn2 introducción un resumen <le todo el tiempo anterior, con las genea'ogías desde Adán has:ra David, y aun hasta el tiempo en que él escribía. Algo parecido opina A. COLUNGA, O. P., clel Libro de Judit, cuyo epigrnático Nabucodonosor ocultaría al perseguidor Antico IV Epífanes, y todo el libro sería una especie de epo– peya sobre ,d (12ma de la•;; guerras de los Macabeos (10). l\ias, estudios mo– dernos sobre los Paralipóm{'nos, conducidos con severa crítica, vienen a re– forzar la tesis de la historicidad. Aun autore,; no católicos (11) admiten corno histórico ,'n su mayor parte ,21 Libro de los ParalipóµJenos, que DE WETTE (1807) y WELLHAUSEN, ((Prolegon,ena)), 6, 1905, habían re'egado entre las leyendas. Los católicos que han e- 0 critJo sobre ese libro. en •:>stos (10) Cfr. «La Cirncia Tomista», 7-! (1948), 98-126. (11) RoTHSTEIN-II A,EL: l{omm. zum I Buch der Chronill, Leipzig, 1927; VoN RAD G. · Das Geschichtsbild des Chronísten, Stuttgart, 1930; A. NoRDTZIJ: De Boehen der Kroniellen, 1987 /38; C. \YELCH: The lVorh of the Chronicler, it.1 Purpose and Date, Oxford, 1939.
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