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LA EXÉGESIS BÍBLIC.\ SE(;CNDA PARTE EL (C\lODl:S NARRANDill. La hissoria, que forma una partt: tan importa:itc cL, la Biblia, es el g( n:·ro literario meno·.:, comprobado en los clocumvntos de:=.cubiertos y ('-;tu– díados estos cincuenta afros. Fuera de algunos Anaks o Crónicas, wuy limitadas en el tiempo y el espac:o a que se rcfi::rcn, no conocemos toda– vía un pueblo oriental anciguo, que haya escrito su historia. El pueblo hebreo, qne pu;::de pre::;entar al mundo su historia ordenada y en cierto moclo comple:a desde sus orígenes hasta casi la plenitud ele los tiempos, es una honrosa excepción, que confirma una vez má;; su sfngularicfad como pueblo escogido para realizar los planes de Dio:;. Sus hechos humanos van entretejidos con corüinuas intervenciones divinas, así de ordinaria como de extraordinaria Providenc:a. D:os es su Rey que lo gobierna, lo ilumina y t'IE<'ña, lo libra ele sus enemigos y guía todos sus pasos. Su historia es la historia del Reipo de Dios. Y como Dios tiene una pirte tan pr;,pomle– rantc en los hechos que forrr:an la his:ürir1 <le su pueblo, así podía supo– nerse ya ((a pr:orin que la habrá tenido cu la narración escrita de hl mis– ma; y qu,, la tuvo de hecho lo creemos por el dogma de la Inspiracióp bíblica. La superioridad ck Israel en este punto sobre los otros pneblos an– tiguos ,ps un hecho univer,;almentc reconociclo, aun por aquello,; que prcs– ciríclen ele la Inspiración, o tienen dP ella ideas nrÓL<'as, o la niegan en a1d1luto. La Encídica Div·no affla1:!c Spil':"lu ohs:-rva cómo (da investi– gación rücicnte ,.:obre el modo ele {'scribir la historia entre los antiguos pueblos orientales ha confirmado luminosamente que el pueblo de Israel o:'npa en c 0 ·e campo, un puPsto erninent{' y Pxtraordinario, tanlo ror la antigüPdad de su histor'a e~crita como por la 1,anación fiel de los hechos; lo cual se debe cier'.am::ntc al carisn,a de la inspiración divina, y al fin pC'::nliar de h hi,:toria bíbli,:a, qne b nn fm rf>ligioS())). ]\fas la Inspiración que hac(' q1w d libro escrito baj:J su inflne:1cia sea divino, garanfr,{rndolo contra todo error, no priv,1 al autor humano, de sn per~onaliclarl ;ntelcc– tual y moral, no le de,;pDja d" sus hábitos int,l:·ctuales, dei sus gustos y preferencias literarias, ni le sus rae al medio ambiente cultural en que se ha formado y vive; es, fil una palabra, el hagiógrafo hijo dL' su tiem1:o y ele su pu·,lJlo, que pie::,,a y habla come; sus contemporánr;os, y al escr:– bir la historia c(exp,me y n:1rra los hechos, usando ciertos idiotismos, pro– pio, :'obn· todo cL, las 1::-nguas semitas,. o emplea rr.odos aproximaiivos, o hiperból'co~, y a \·ec:'s p:uadójicos, que sirven para imprimir mejor en l 3

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