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144 P. MELCHOR DE POBLADURA, 0. F. M. CAP. 10 suelto o tratado particular. ~ C) Esto supuesto, sería muy conveniente y muy útil a la Iglesia y a la Nación, aplicar a las obras de San Isidoro el método seguido por los eruditos franceses con los otros Padres de la Iglesia, es decir, examinar directamente el texto original, corregirlo con esmero y publicarlo sin reimprimir la edición madrileña de 1599. Cierto que es una tarea más fácil. Esta iniciativa exige en quien haya de llevarla a cabo mucha erudición y mucho tino. Los editores deben poseer un co– nocimiento exacto de todas las ediciones, completas y parciales; y ade– más examinar y coleccionar los códices nacionales y extranjeros para se– leccionar las obras auténticas y rechazar las apócrifas. Así lo exige el estado actual de la crítica textual y así lo •están haciendo algunos eruditos na– cionales y extranjeros. El honor de la Nación exige una edición crítica, es– merada y perfecta. La Academia de la Lengua sancionó el informe del socio Sr. Lardizával y remitió al Consejo su parecer desfavorable a la traducción castellana y a la reimpresión de las Obras de San Isidoro hecha en Madrid bajo el patronato de Felipe II. Así se le comunicó a los consejeros en la sesión plenaria del 26 de junio de 1772. LA EDICION LATINA MADRILEÑA DE 1778 Fuera porque el Consejo de Castilla aceptó el informe negativo de la Academia sólo por lo que se refería a la versión castellana y a la consi– guiente edición bilingüe; fuera porque el librero Ulloa creyó disponer de colaboradores capaces de satisfacer a las exigencias críticas aipuntadas por los académicos, es lo cierto que éste no se acobardó ni retrocedió ante las perspectivas poco halagüeñas que le hacían entrever los censores. Triunfó su interés por las obras isidorianas y renovó su empeño de costear una nueva edición latina de las mismas. En marzo de 1773 su legal Narciso Francisco Blázquez presentó al Con– sejo de Castilla una muestra tipográfica de la reimpresión de la edición madrileña de 1599, que se comprometía a lanzar al público si obtenía la autorización necesaria. El día 26 del mismo mes de marzo pasó la solicitud con todos los antecedentes para que informara al Consejo, como lo hizo en la sesión plenaria del 1 de abril, emitiendo el voto favorable que se comunicó el día 3 al interesado. Los colaboradores de Ulloa emprendieron con entusiasmo y decisión la labor que se les encomendara y al cabo de cinco años, en 1778, las obras

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