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142 P. MELCHOR DE POBLADURA, 0. F. M. CAP. 8 m EL ::INFORME DE LA REAL ACADEMIA DE LA LENGUA El Secretario de la Academia, D. Francisco Antonio de Angulo, pre– sentó al pleno de la Corporación el oficio del Consejo de Castilla y fue delegado para estudiar a fondo el proiblema y redactar el dictamen oficial el académico D. Manuel Lardizával y Uribe, quien, el 14 de junio, daba por terminado su cometido. En dtcho día presentó sus conclusiones a los colegas de la Academia y las aprobaron en todas y cada una de sus partes; el día 23 el Sr. Angulo las remitía al Consejo refrendadas por su firma. Puede asegurarse que los académicos no defraudaron las esperanzas de los consejeros, porque realmente pusieron en sus manos una contestación amplia, razonada y exhaustiva. El informe consta de 16 folios no numerados, escritos con letra grande y líneas muy separadas; los folios no están numerados y miden 300 x 205 milímetros. Llevan la firma autógrafa del Secretario de la Academia D. Francisco Antonio de Angulo y se conserva, como hemos dicho, en el Archivo Histórico Nacional con los otros documentos del expediente que estamos estudiando. El académico Lardizával estudió a fondo el ¡problema. El dictamen redactado, además de una erudición poco común, revela el dominio com– pleto de la materia en todos sus diversos aspectos: filológico, doctrinal, crítico y metodológico. Su autor conoce la literatura isidoriana antigua y moderna, obras y ediciones; el movimiento científico que el Metropo– litano Hispalense suscitaba por aquellas fechas dentro y fuera de España; las exigencias de una edición crítica que hiciera honor al Santo y a la Nación. Descartó la idea de la pwyectada edición bilingüe; rechazó el espécimen de la traducción y el proyecto de la reimpresión de la edición latina madrileña; por último trazó a grandes rasgos la pauta que había de seguirse en el caso que el Consejo optara por una nueva edición de las obras completas. Podrán discutirse y aún no aceptarse algunos juicios del censor acerca de la oportunidad y utilidad de verter al castellano el pensamiento de San Isidoro y divulgar algunos puntos de su doctrina; pero no se puede por menos de alabar el procedimiento metodológico que aconseja y la se– riedad de los estudios preliminares que exige pará llevar a cabo una em– presa editorial decorosa y digna, que no desmerezca frente a otras ini– ciativas similares del extranjero. Estas normas no desmerecerían cier– tamente en un manual moderno de metodología de crítica textual.

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