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PRINCIPIOS DE POLÍTICA ESPAÑOLA EN ANGEL GANIVET 53 por qué siendo el "espíritu del territorio" el molde psicológico del tipo español, haya que esperar a la "rociada sensualista" de los árabes para obtener el tipo-modelo de Don Quijote; o por qué siendo el espíritu peninsular un "espíritu de defensa", esté llamada España a una polí– tica africana: o por qué el catolicismo, que "nunca llegó" a vivificar con su espíritu las instituciones heredadas de los romanos, haya sido la razón de ser de toda la rwlítica española a partir de la Reconquista. Enumerar todas las contradicciones sería cosa de no acabar. Pero a Ganivet no hay que valorarle por lo que "piensa". sino por lo que "ve". Como le observa un amigo en crítica confidencial sobre las (;arfas Finlandesas. "nos dices lo que piensas sobre lo que ves" (!7im. Yo di– ría que Ganivet, no sólo en las mencionadas cartas, sino en toda su obra nos dice lo que "piensa" junto a. lo que "ve". Y ahí está el mal. que ve bien, pero piensa bastante desordenadamente. El flaco de Ga– nivet es su afán por teorizar, por dar valor de categoría absoluta a lo que no tiene más ql¡e un valor relativo. Que el paisaje, por rjflmplo, condiciona hasta cierto punto al hombre nadie lo niega; pero en la misma medida rs cierta su cm;:itraty~jl a;,abyr: qur el hombre crea. también hasta cierto punto, eL .páii:\áj e, f so¿;¡x;e, ello no es nrcesario llegar a la conclusión de que el hombre o Irnf:;i,lillblos sean un "pro- ducto" del territorio. 1 ~· Esta parte flaca de Ganiv:et es ""'''ªu,oH mejas ¡rnrsonal en él. Ganivet piensa con las categorías de su tiemné> )' así es marcado el influjo krausista en toda su·wí'• lidad m~,sc'{) nte.~nos panteísta y aun '°''¼e A f' \_O,' ''-'"' ~ en buena parte de su doctrin~: .e, 1 En · este punto es más visiblP aún el parentesco con Taine. por 16 qo:& ·M·refiere al influjo de la His– toria y del territorio en el arte. Ruskin completa la filiación de su doc– trina estética de la ciudad y del paisaje. En la doctrina religiosa reci– be su influjo directo de la izquierda hegeliana, principalmente a tra– vés de Renán y Comte. Con todo, no es despreciable el hecho de que "vea bien": que a vr– ces vale más una intuición certera de la realidad que bien trabadas especulaciones. (159) A. GANIVET, o. c .. t. I pág. 718.

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