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44 JOAQUÍN DE ENCINAS Con idéntica evidencia se manifiesta nuestro individualismo; he– mos tenido grandes pintores, pero ninguno ha formado escuela, al me– nos así lo cree Ganivet. "Sólo de España, dice, han salido y pueden salir individualidades de tan marcado relieve, tan sueltos y como des– pegados de lo que hoy se acostumbra a llamar "medio", porque sólo nosotros conservamos inalterables el amor al individualismo y el odio a la organización, que son el fundamento de nuestras mayores glorias, y asimismo la causa del desorden en que Yivimos, de nuestra incurable bohemia nacional". De todo el pensamiento ganivetiano es el tema del arte donde ha tenido visiones más certeras y objetivas. Tanto que si no fuese por su filosofía panteísta habría muy poco que objetar!('. Nadie puede rw.rar que el hecho artístico es un hecho eminentemente socíal, no sólo por– que se verifica en la sociedad, sino porque es expresión, más o menos consciente, del estado social. La obra de arte supone un medio ambien– te, una cultura; otra cosa muy diferente es que la obra de arte se re– duzca al "medio", y más erróneo aún creer que este medio o circuns– tancia es el escenario donde se revr la el espíritu trrritorial. Sobre la condición social del arte ha dicho un crítico rsta misma idea, limitándola a su significado ortodoxo: "Frente a la posición de espléndido aislamiento drl artista hay que reronocrr el hecho de que tanto él corno su obra lH'rÍüm'cen, al fin y a la posfrP, a una Humani– dad socialmente estructurada. La -verdad y la belleza que el artista des– cubre y expresa, amH¡ue hayan YPniclo por cc1rninos únicos, son patri– monio ele la sociedad: quizá su mejor patrimonio. y la reser:va mtis sagrada, que siempre queda a los hombres n1lgares y cuyos tesoros, en el momento oportuno, cuando la penuria espiritual más se haga sentir, serán suministrados por los artistas" ( t:{2). e) El arte colecti1'0: estrtica urbana. Hemos visto el vaJor significativo de la ohra de arte. Cada artista es algo de su tierra y nos dice, rstereotipado en el cuadro, algo de Jn, historia de su pueblo. Veamos si ocurre otro tanto con las manifrsta– ciones artísticas de la colectividad. Hay que tener, con tocio, presentes akunas advertencias que dicen relación al fondo y a la forma en que viPnr expuesta esta doctrina den– tro de la ohra literaria de GanivPt. Todo lo qur se refierr a las mani– festaciones artísticas corno expresión del alma de un put>hio se ern'lJ/'11- b·a en su obra Granada la hella: su primPr obra litc,raria. En Sor·ialis– mo y música vuelve a insistir en el valor social del arte. pero inde– pendientemente de su significación estética. Así, por ejemplo. r-reP tp1e la música es un óptimo medio de unión y que ('n Bélgica fué usado por los socialistas con tal fin; pero aun insinuando su valor corno expre– sión de la psicología popular, no hace relación a la nacionalidad ni al espíritu del país. En el ldearium. que es donde expone los otros ele– men constitutivos de la nacionalidad. estudia el arte individual. jrnro no las manifestaciones artísticas de la colectividad. Esto lo trata am- (132) P. DE BEGOÑA. O. M. CAP.. Arte, Ciudad. Iglesia. Madrid. 1951. pág. 15.

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