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PRINCIPIOS DE POLÍTICA ESPAÑOLA EN ANGEL GANIVET 39 a la fórmula; "el arte, en cambio, propende al simbolismo y en algu– nos casos se transforma en religión (y en los períodos de decadencia --apostilla Ganivet---, en ciencia arbitraria, fantástica, caprichosa y hasta documental) y la religión se humaniza, esto es, se hace humana– mente comprensible mediante la ciencia y el arte". "La diferencia real, continúa Ganivet, está en el sujeto; según la aptitud espiritual predo– minante en cada individuo, el mundo se muestra en una u otra for– ma" (iU ). Con ello delataba Ganivet un vicio que ha sido frecuenlc consecuencia de la Pspecialización extremista, esto es, la visión par– cial de la realidad; porque "para un matemático el binomio de New– ton es una obra de arte y un dogma" (H2). Y de este fenómeno psicológico Ganivet hace una ley universal rle interpretación: todos vemos el mundo desde un punto de vista perso– nalísimo y singular; porque esto "ocurre lo mismo con lo bello, con lo gracioso. con lo burlesco y con lo humorístico. Nada de esto existe en la realidad, todo está en nosotros" (i13). Este carácter subjrtivo de nuestras apreciaciones, funda, o mejor revela la personalidad de los purblos. "su estilo o manera" quP da vida a un arte propio, pero que le caracteriza antes que nada por la predi– lrcción de ciertas actividades. Por lo que se refiere al arte, lo que po– demos pedir "es que cada pueblo sirva a su ideal según su natural comprensión., y que lo Pntienda según su propio genio. En la prefe– rencia de eiPrtas actividadrs tenemos la clave de diferenciación entre las naciones. Observa G-anivet: "Todas las naciones europeas, así como las civilizadas por la influencia de Europa, están constituidas sobre estos tres sillares: la religión cristiana, el arte griego y la ley ro– mana. Y aunque parecP que por esta conexión en los orígenes ya no puedan pxistir pueblos donde destaque con vigor una forma del ideal, deiando anuladas las otras, en realidad sí existen esos pueblos, bien que en la actualidad no los distin¡:rnmos por hallarnos a muy corta distancia" (111i). La proximidad histórica nos impide distinguir este dr,lineamiento pPculiar de las diversas naciones. Ganiwt apunta adPmás de esta causa, una concausa de esta mio– pía. Y PS "qur la Yic!n dP una nación ofrece siempre una apariencia ele integridad dP funciones, porqu0 no es posible existir sin el concur– so de todas Pilas: mas conforme transcurre el tiempo se va notando r¡ue todas las funciones se rii;ren uor una fuerza dominante y céntrica, donde pudiera dPrirse que está alojado el ideal dP la raza; y entonces romiPnzil a distinguirse el carárter dr las naciones y rl papel que han reprrsrntado con rnós perfección en la Historia" (ii51. Es cuestión de tiPmpo y dP perspectivn: de ver a disfnnrin y romparativamente el ver– dadero perfil de los ncontrcirnientos. Así ocurre que sobre un idéntico caudal hereditario, Iea-ado por In antigüedad a los purhlos de Enrona. nosotros los españoles hayamos hecho dr esas idras "nnrstra romhirn1ción pronia y exclusiva, dife– rentP dr la que han hecho los demás, por srr rliferente nuPstro clima (111) A. GANIVET. o. c .. t. I. pág. 149. (112) Idem. o. c., t. I. pág. 149. (113) Idem. o. c.. t. I, pág. 755. {1141 Idem. o. c .. t. r. pág. 150 (115) Idem, o. c., t. I, pág. 151.
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