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38 JOAQUÍN DE ENCINAS tación individual y colectiva, su importancia como índice de la psi– cología colectiva y hasta ha delineado una metodología del arte. También aquí expondré el arte como constitutivo de la nacionalidad y como obra del individuo y ele la colectividad. El arte es una "fuerza constil utiva del país" y no de la menor im– portancia, ya que "el espíritu artístico es como una red nerviosa que todo lo enlaza y lo unifica y lo mueve" (i08). Evidentemente, la imagen no guarda una semejanza perfecta con el sistema nervioso en el orga– nismo, en cuanto fuerza motriz, elástica y propulsora de la actividad humana. Pero desde otro punto de vista, el arte-como el sistema ner– vioso en el compuesto humano--engarza armónicamente las partes componentes de la nacionalidad: territorio, raza, religión, cultura. Y de esta conjunción armónica resulta la obra de arte. Es por ello que el arte tiene valor de síntesis: "La síntesis espiri– tual de un país es su arte" (i09). Por ser una síntesis contiene, simpli– ficada y densa, toda la variedad de elementos que constituye la vida de un pueblo. Esta condición de síntesis expresiva del alma nacional le viene al arte de doble fuente. Una, que es el artista, el cual "saca sus fuerzas invisiblemente de la confusión de sus ideas con las ideas de su terri– torio, obrando como un reflector en el que estas ideas se cruzan y mez– clan y adquieren al mezclarse la luz de que separadas carecían", dice Ganivet. La otra fuente es la misma obra artística; analizando la obra artística 0ncuentra nuestro autor que "el fondo del arte procede ele la constitución ideal clf la raza y la técnica arranca dr-1 espíritu ti·rrito– rial" (110). Este es el pensamiento de Ganivet, coherente, ni que decir tiene, con su doctrina del espíritu territorial y su influjo determinista en las creaciones humanas; rs una doctrina lamentable1mmte coherente, se– gún la cual, lo primero es el territorio dotado de espíritu que todo Jo anima y vivifica; lo segundo es el hombre, en buena parte, producto de la tierra; lo tercero, la religión y el arte como una derivación obli– gada de los dos elementos precrdentes. La clave del pensamiento ga– nivetiano, lo hemos dicho ya, está rn la ductilidad del espíritu terri– torial para manifestarse bajo diwrsas formas rn la actividad polifa– cética d,·1 homhre y de la soriednd. Artr. r'iencia lJ religión. Esto qm· para Ganivet "arte, ciencia y religi{m sean en 1,I fondo una misma cosa: interpretaciones apropiadas de la misma rea– lidad". Lo qur la ciencia hace mediante fórmulas, y la religión me– diante símbolos, "el arte lo hace mediante imá¡renes". Todas tres se implican, porque "rara es la obra humana en que se encuentra una interpretación pura de la realidad". Las hipótesis de que se vale la ciencia Yienrn n ser un boceto imperfecto de la realidad ·que escapa !108) A. GANIVET. o. c.. t. I. pág. 148, (!09) Idem. o. c .. t. I. pág. 148, 0;10) Idem. o. c., L pág. 152.
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