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PRINCIPIOS DE POLÍTICA ESPAÑOLA EN ANGEL GANIVET 3'7 bien que el siglo XIX no se distinguió por presionar las conciencias liberales o ateas, cuando no se las farnreció oficialmente. Y los tiem– pos en que los españoles sostuvieron mayores guerras en defensa del catolicismo, coincidieron también con el siglo de oro de nuestra teolo– gía. Implícitamente, supone esto mismo Ganivet; veremos en su parte política cómo aconseja el robustecimiento del ideal español-y en él incluído el credo de su catolicismo-para ejercer una actividad fe– cunda en el mundo. RESFi\HENDO: La religión es uno de los elementos constitutivos de la nacionalidad. En España lo ha sido la religión católica. El ca– tolicismo Pncontró asiPnto natural en España gracias al Pstoicismo. SP puede decir que los españoles la tenían ya de antes del cristia– nismo, porque el estoicismo de Séneca era una adhesión ciega como tArmino de la evolución filosófica; después vino el cristianismo a com– pletar y rPforzar esta fe en una misma línea de igualdad. El Pstoicismo Pra la negación del orden especulatirn y la afirma– ciém del orden práctico o del orden ético. El cristianismo era exac– tamen1P lo contrario: la negación de la acción como término de la rdigión judía y la imposición de un orden de verdadC's como jusfi– fieanfo dn sus dogmas. De esta mutua antítesis resulta la síntC>sis del cristianismo que implica el orden moral y el especulativo. El pro– grama étieo lo tenía delineado el estoicismo, y el cristianismo debería hahrr contrihuído con la aportación dr una filosofía original y nueva, aromodada a las exigencias de la nueva fo. Pero. por dPsgracia, sólo logró acomodar una filosofía existente y eaduca. El cristianismo se convirtió en catolicismo en España cuando el clero impuso su dominio sobre el gobierno visigótico: entonces, al harerse religión "imperante, dominadora", se mostró la debilidad de esta filosofía convencional, que si salvaba la uniformidad del cato– licismo, no pudo dar vida nueva a los pueblos. DC' ahí que el cato– licismo enYuelva una contradicción entre lo f'Xigido por su rsníritu y lo que prácticamentP rs. En rl orden especulativo la contradicción está entrn la explicación racional de la fe y la expresión afectiva rrue correspondía a su "nueva de amor". En el orden jurídico. In antíte– sis está entre la ley de la fuerza, que heredamos de los romanos y que rigP el orctPn sorial, y la ley del amor, que nunca imperó en el mundo. El catolicismo C>spañol, aun sin salvar 0stas contradicciones, tien0 uno nota propia: el misticismo que nos lec-aron los árabes. 'Tiene fambién un dPfecto fundam1mtal: la frndeneia a defondPrlo por la funrza, o, con otrns palabras. Pl fanatismo. que n<is ha disting-uido en la d0fensa dC' nuestra fe. 2) EL ARTE a) El arte: elemento ronstitutfoo de la nacionalidad Ganivet ha drsarrollaclo este tema de un modo acabado v conse– cuente. Lo ha estudiado como una "fuerza ronstitutiYa" del país ~' en cnmparación con la relipión y la ciencia: ha drscrito su manifes-
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