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PRINC!P!OS DE POLÍTICA ESPAÑOLA ll:lf ANGEL GANIVET 35 En esta lucha empeñada con los moros, la tendencia natural del espíritu religioso a justificarse o a exJ)licarse por las ideas y los pen...: samienlos se sustituyó por la acción; actuamos mucho y pensamos poco. De momento no indica nada desfa;;orable, porque el pensamien– to "puede ser expresado de muy diversos modos, y el modo más bAllo de expresión no es sip,mpre la r>alabra", afirma Ganivet. Pues bien: el esr>íritu religioso español "lo que hizo fué hablar por medio de la acción". Y en Yez de hacer de la verdad un objeto de abstrusas dis– quisiciones-corno los mejores pensadores de la Eluropa de aqmil tiempo-, los españoles asistieron al heroico nacimiento de la verdad, "entre el chocar de las armas y el hervir de la sangre". Nuestra de– fensa de la religión cristiana no quedó consignada "en los volúmenes de una biblioteca, sino en la poesía bélica popular. Nuestra Summa Teológica y filosófica está en nuestro romancero'' (i03). La contrapartida de esta defensa acti:va y no ideológica ha sido la disposición de ánimo que ha creado en el pueblo español de afir– mar su religión por medio de la fuerza. "La flaqueza del catolicismo no está, como se cree, en el rigor de sus dogmas; está en el embo– tamiento que produjo en algunas naciones, principalmente en Els– paña, el empleo sistemático de la fuerza" Por consiguiente, el defecto no está en haber justificado el catolicismo por las armas, sino el haber hecho de una circunstancia, como fué la Reconquista, una decisión permanente de la conducta nacional. Y el haber olvidado simultáneamente justificar nuestra fe por la vía intelectual, "como si no fuera cierto que la fuerza destruye, a la vez que las opimones disidentes, la fe misma que se pretende defender" (iO;'¡). Hemos, sí, de defender el catolicismo, concluye GaniYet, aunque no sea más que para no capitular ante nuestros tradicionales enemigos: "mas, por lo mismo que esto es tan evidente, no debe inspirar ningún temor la libertad ... "; en Elspaña no puede haber herejes de consideración y tal vez su presencia nos trajese alguna ventaja. Esto vienr a drcir Ganivet; y esto, a nuestro juicio, ya no es tan rvidente. c) Características del rntolicismo rspaiiol El catolicismo español participa de las cualidades y defectos ane– jos a su espíritu místico; por una !)arte la exaltación poética y por otra el fanatismo. Estas características-ya lo indicamos-modelaron nuestro espíritu en la larga convivencia y querella con los árabes. Y ahora, irremediablemente, las manifestaciones del catolicismo es)}a– ñol tienen mucho de arrebato místico y de imposición por la ·fuerza. El carácter místico de las manifestaciones religiosas en España presenta la singularidad, en la opinión de Ganivet, de las formas vistosas o poéticas. Nuestro misticismo, a diferencia del nebuloso mis– ticismo nórdico, tiene siempre un paisaje al fondo; en apoyo de su (103) A. GANIVET. o. c., t. I, p{lg. 98. {104) Idem, o. c., t. r, p~. 110. (105) Idem, o. c .. t. I, pág. 109.
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