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PRINCIPIOS DE POLÍTICA ESPAÑOLA EN ANGEL GANIVET 33 do error. Efectivamente, toda religión comporta una concepción pecu– liar del mundo, y en esto no podemos disentir de Ganivet; aun en el método cabría haber sido "más cristianos filósofos que filósofos cris– tianos". Ganivet, sin saberlo quizá, plantea un problema que es ya viejo dentro de la misma escolástica: ¿se puede dar una filosofía que no sea "cristiana"? El, desde luego, cree que ·· una cosmología cristiana no dPhería ser una clasificación ni una descripción, sino un cántico dondP !odos los seres creados se mosLrnsen con luz divina, viviendo de un mismo soplo de vida y de amor" ... , y --una psicolo– gía cristiana no debería de afanarse demasiado por describir tantos órganos, funciones y operaciones como convencionalmente se atri– buyen a nuestra pobre alma, sino más bien por mostrarnos un alma en actividad, Yiviéndo como no había Yivido ninguna otra antes cte la predicación evangélica, un alma iluminada y purificada, como la de Santa Teresa de Jesús" (07). Ganin,t no posee el arte de las dis– tinciones, y una filosofía, aunque fuese "cristiana", no podría des– cribirnos un alma iluminada, como la d<' Santa Teresa. porque esto excede al campo propio de la filosofía. El haber escogido la filosofía griega para explicar la fe cristia– na acarreó una ventaja y una desventaja, en la 'apreciación de Ga– nivet. La ventaja estaba en que al escoger una explicación racional única ponía la base de la "catolicidad", de su universalidad; hacía posible una explicación Yaledera Qara todos los hombres. Pero Ga– nivet, que prefiere a la universalidad anónima, lo diferenciativo, lo local, encuentra en este hecho una deficiencia. Este defecto se mani– fiesta patentemente en España, "donde era nl asiento del estoicismo más lógico", y por lo mismo dond,, el cristianismo pudo realizarsP de un modo más original. Pues bien: aun aquí se adoptó una expli– cación racional inspirada en la filosofía griega y no nn la experien– cia de los primeros contactos con la realidad. Pero a pesar de esta base racional única, la uniformidad del cris– tianismo sufrió no poco al propagarse por el mundo romano. Y por cierto que Ganivet lo considera beneficioso e irremediable. La mer– ma de esta uniformidad se debió, entre otras razones, a "la falta de tiempo necesario después de la predicación evangélica para dar co– hesión a las tendencias divergentes gue por todas partes apunta– ban" (98). Estas diferencias en la interpre!ación del cristianismo fue– ron aumentando debido en parle "a la variedad de temperamentos, y acentuándose gradualmente conforme los cambios históricos iban dando vida a nuevos rasgos característicos y diferenciativos, y Es– paña fué la nación que creó un cristianismo más suyo, más original. en cuanto dentro del cristianismo cabe ser original" (99). Pero para ello tuvimos que esperar la "rociada de sensualismo africano", que fué quien de verdad dió personalidad al catolicismo español. (97) A. GANIVET, o. c., t. !, pág. 101. (98) Idem. o. c., t. I. pág. 96. (99) Idem, o. c., t. I, pág. 96. La religión cristiana no sólo debió ha¡ber creado una nueva filosofía en conformidad con sus. dogmas, sino también· un nuevo Ue– recho informado por los sentimientos cristianos. Ni en Filosofía ni en Derecno hizo nada nuevo. según Ganivet, y se contentó con una acomodación. adoptando para la

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