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32 JOAQUÍN DE ENCINAS según _que :vengan de más alto, al modo que las piedras originan. on– das concéntricas en proporción de la altura de caída. ¿Cómo se exrilica la rápida difusión del cristianismo y su acepta– ción tan universal? La rapidez se explica por el estado de escepti– cismo que invadía la cultura romana del Bajo Imperio: la uniYersa– lidad, porque aceptaba para su explicación ideas _que eran patrimonio de toda una cultura y respondían a la naturaleza humana común a todos los hombres, o sea la filosofía La propagación del cristianismo da ori¡rnn a un fenómeno singu– lar y de doble aspecto: manifiesto uno; a saber: su sorprendente di– fusión, y amparada en ella, la propagación de la filosofía gentílica cristianizada. La religión cristiana insertada en el estoicismo-como terreno prepal:'ado-tenía el germen de su Yitalidad pronto a brotar en la floración de una prima-.;era inédita. Pero necesitaba "justificarse", hacerse comprensible; y es por esto por lo que "el esfuerzo racional" acompáña a la propagación evangélica para explicarla y comple– tarla" (95). Ganivet confunde dos cosas bastante diferenlPs que estún separa~ das por una distinción muy sutil. Se trata de los "motiYos de racio– nabilidad" y de los "motivos de la fe". Sólo para c1quéllos es necesa– ria la filosofía, porque el hombre debe creer morP lwmano: en cam– bio, el acto de asentimiento sólo puede estar motiYado por la autori– dad de Dios revelante. Por eso en la propagación del cristianismo in– fluyerón de cierto los motiYos de racionabilidad. no tanto los prove– nientes de la filosofía corno los provenientes dP la Historia y la trn– dición. Pero la aceptación del cristianismo úlfinrnmente se debió a uná gracia sobrenatural, que en la mentalidad dP Gnnivet no cuPnta, porque desconoce estas realidades sobrenaturales. Siguiendo en la interpretación del pensc1miento dP Ganivet, anotn– mos la admiración que le causa el siguiente hecho. fíp da, según él, una inconsecuencia en el modo natural de procPder las cosas en esfP fenómeno del cristianismo, que fué dehidc1 nl descuido o n la falta de visión en los primeros genios dPl cristianismo. PorquP "ese 0s– fuerzo racional y justificante de la primera creencia no fué en un principio, como debió ser, un esfur!rzo creador: fué un lrabajo rlP rapsodas; en vez de empezar por trorías empíricas en relación con la pureza de la nueva fe, los filósofos cristianos rligieron, como tontos -y perdóneseme la llaneza. dice GaniYet-·, lo mejor que encontraron; las teorías de los grandes luminares del saber ¡:rriego: Plc1tón y Aris– tóteles" (96). Esta larga cita pone de manifirsto el propósito, o rl de– seo cuando menos, de quP la rrligión cristiana huhirsr rreado una éxplicación original de su contenido ético-religioso. De nuevo debemos señalar una intuición de Ganivel y un profun- (95) Ganivet llega al extremo de negar a los pueblos primitivos el derecho al érlstianismo por este afán de racionalizar la fe. Dice así: "El verdadero cristianismo. no como aspiración filantrópica en favor de las razas inferiores, sino como creencia conscientemente profesada, es impropio de pueblos primitivos. y solo arraiga en tístos cuando la acampa.fía la acción permanente de una raza superior; es decir, cuando ese pueblo primitivo se confunde con la vida común o por el cruce con un pueblo civilizado que le domina y educa, como ocurrió en los pueblos descubiertos y 111Ubyugados por Espafia", o. c., t. I. pág. 108. (96) A. GANIVET, o. c.. t. I. pág 95.
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