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PRINCIPIOS DE POLÍTICA ESPAÑOLA EN ANGEL OANIVET "la plenitud de los tiempos"; fué entonces cuando se desyaneció la expectación anhelante y curiosa del :riueblo judío. Con la :venida del Salvador "se les cerraba el horizonte de sus esperanzas y les conde– naba a recluirse dentro de una religión acabada ya, perfecta y, por tanto, inmutable" (90): era una religión conclusa y abierta; paradó– J ica, en suma. Porque en su término se abría un nuevo panorama, que era la religión cristiana. · Aclaremos la incógnita de este tránsito. ¿Cómo se originó de este hecho de la venida del Mesías la moral cristiana y por qué la religión cristiana-similarmente a la moral estoica-tenía carácter negativo? Porque, como afirma Ganivet, ·'la moral cristiana, aunque lógicamen– te--con una lógica que recuerda la evolución de la historia de lle– gel y la evolución religiosa de la escuela hegeliana-nacida de la re– ligión judaica, era negativa para los judíos... " (91). La explicación aparece clara si suponemos que la evolución ideo– lógica se rige por las tres fases hegelianas de tesis, antítesis y sínte– sis. Al término de cada etapa de la evolución religiosa o filosófica alumbra el anverso exacto de la posición anterior. Y por ello el pro– grama de actividad política, religiosa y de reforma individual pro– puesto por los profetas se había agotado; "se habían agotado todas las soluciones históricas, esto es, todos los modos de acción", y es en– tonces cuando se exige por la misma fuerza de las cosas "una mo– ral que, como la cristiana, condene la acción y :vea en ella la causa de los sufrimientos humanos y reconstruya la sociedad sobre la quie– tud, el desprendimiento y el amor" (92). Y es aquí donde se opera el injerto maravilloso y fecundo de la moral estoica y de la moral cristiana; porque si aquélla, menospre– ciadas y descartadas las fuerzas de la humana razón, nos lleva a tra– vés de la adhesión ciega al umbral de la fe, la moral cristiana que fundada en la fe, era negativa también, busca su polo opuesto, que es la razón", comenzando así una segunda evolución, "que ya no se muestra en actos, sino en ideologías" (93). El cristianismo presta así jugo para fertilizar las doctrinas nobles del estoicismo, pero éste hace posible a su vez la evolución del cris– tianismo prestándole su legado ideal o su tradición filosófica. "Y así, dice Ganivet, por este encadenamiento natural, el cristianismo en– contró el terreno preparado para la moral estoica". Esta, con su pro– grama aristocrático y noble, amparada por la sola razón, y menos que por la razón por el instinto", hubiera sido ineficaz; "era indis– pensable una creencia que penetrase en forma de rayo ideal, tala– drando e~ incendiando ... , un fuego ardiente que viniese de muy alto y que destruyendo construyese y abrasando purificase" (fl4 ). l<Jste fue– go lo trajo la moral cristiana, y por ello pudo purificar y dar esplen– dor al espíritu gentil. Aquí radica, según Ganivet, el éxito del cristianismo, y así se ex– plica su rápida propagación; porque las religiones tienen más fuerza (90) A. GANIVET. o. c., t. I, pág. 93. (91) Idem, o. c., t. I, pág. 93. (92) Idem, o. c., t. I, pág. 92. (93) Idem, o. c., t. r,- pág. 92. (94) Idem. o. c., t. I, pág. 93.
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