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22 JOAQUÍN DE ENCINAS llegarnos a formarnos la conciencia de que "todo el mundo era un campo de torneo, abierto a cuantos quisieran probar la fuerza de nuestro brazo". No sólo en el orden político dejó marcada huella; acaso donde más inconfundiblernente aparece su influjo fué en el es– píritu religioso, místico y fanático del pueblo español. corno tendre– mos ocasión de mostrar. La confluencia de todas estas fuerzas que han obrado sobre nos– otros ha determinado nuestra vida típica; del conjunto de todos estoQ retoques ha salido la figura del pueblo español. Y todas estas cualida– des se encuentran sintetizadas en un solo tipo; porque "todos los pue– blos tienen un tipo real o imaginario en quien encarnan sus propias cualidades". Nuestro tipo real fué el f;id; nuestro tipo ideal, literario, ha sido el Quijote. Uno y otro han atravesado una larga serie de pruebas "donde se aquilata el ternplf' de su espíritu, que es el espíritu propio dr la raza" (rsm. Sin duda Don Quijote l!S la figura más rxpresi,;a dr las virtudes y vicios raciales, porque nació cerrado ya el ciclo de las influencias. "Don Quijote no ha existido en España antes de los ára– bes, ni cuando rstaban los árabes, sino después de terminada la Re– conquista" (50). Y por eso fué el compendio y la síntesis exacta; el exponentr máximo de una evolución que empezó con los primrros habitantes de la Península..\ntes que él, corno jalones de una mis– ma jornada, están el Cid, r;spíritu guerrero, que tiene ya mucho de árabe; antes que éste existió Séneca, "que hijo de España por azar, es español por esencia; y no andaluz, porque cuando nació aún no habían venido a España los vándalos: que a nacer más tardP. en la Edad Media, quizá no naciPra en Andalucía, sino en Castilla" (tli). Es– tos tipos salirntes de la c>stirpe hispana son diversos hitos que nos permiten fijar la marcha rvolutiva del alma nacional. una y varia a travrs rle los tiempos ((l2). Ganivet es más eastizo: consiste en depurar los rasgos peculiares del tipo humano a que puede referirse el español real y en imaginar sus posibles obras si cambiase la meta de su actividad y fuese lT'ayor su ahínco en desplegarla. El de Unamuno es más humano: su método consiste en trascender antropológica y hasta teológicamen– te las cualidades humanas que Unamuno ve o inventa en el mito de Don Quijote•·. Con otras palabras: "el quijotismo de Ganívet es la posible voz diferencial de Es– paña en un futuro concierto de las naciones; el hombre quijotizado de Unamuno es un posible hombre nuevo. un modo de ser hombre, conjeturado. si, desde la es– pañolidad. pero ofrecido como ideal o arquetipo a todos los españoles del futuro". LAIN ENTRALGO, o. c.. pág. 387. (59) A. GANIVET. o. c.. t. I. pág. 243. ( 60) Idem, o. C., t I. ¡:níg. 244. (61) Idem. o. c.. t. I. pág. 89. (62) Como se ve. Ganivet. de haber desarrollado hasta las últimas conclusiones su idea racista o "casticista", hubiera llegado al ideal nazista o fascista. El racismo es un aspecto del nacionalismo, y Ganivet fué nacionalista como pocos. Todos sus escritós están impregnados de este sentimiento; parece que sus ojos---como dice él--•no vieran más que para adentro y sólo oyese la voz de la sangre. Si está en Amberes recuerda a España; va a Helsingfors y las brumas de los paisajes norteños le llenan el alma de las nostalgias de su cielo andaluz. Todo le recuerda la ciudad natal; unas veces la semejanza de la topografía. otras ei contraste. Y así va errante por el mundo como sonámbulo c¡u0 sofiara un solo sueño de su patria, lejana y do– liente,
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