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PRINCIPIOS DE POLÍTICA ESPAÑOLA EN ANGEL GANIVET 21 un soplo vital de su espíritu territorial propio? Total, una suma con varios sumandos. ej Metamorfosis del pueblo español Para Ganivet es cosa evidente el heeho de las modificaciones del alma española como resultado de la fusión con otros pueblos. "Pero lo importante es que usted-le dice a Unamuno-, aunque sea a re– gañadientes, reconozca la realidad de las influencias que han obrado sohre el rspíritu originario de España: esta es la razón por la cual este nuevo pueblo r1ue debe alumbrar 1a Península Ibérica no puede ser el celtíbrro, porque si quitamos a los romanos y a los árabPs, "no queda de mí-dice Ganivet y podrían decir la mayor parte de los es– pañoles-más que las piernas" (55). Otro texto más. Piensa Ganivet que "la influencia del territorio y de los cruces llega a destruir la unidad de las razas" (56). El pueblo español no rmrde ser, por tanto, el pw,blo celtíbero, ni sus "virtudes" las virtudes del español moderno. Y sí no podemos decirnos absolu– tamente diversos, hay (JUe confesar que nos encontramos bastanfe cambiados. Por tanto, si la fusión con otros pueblos no ha destruído la raza. cuando menos la ha modificado. Y la ha modificado en la s(1miente proporción. Tres han sido las principales influencias que ha recibido rl ca– rácter oriainario dl' los españoles: dos perte.necen al orden político. a saber: la dominación árabe y romana; y otra al orden religioso, o sPa al catolicismo. Cada una de ellas ha dejado una impronta inde– leble en <'l alma nacional. ne Homa rPcibimos el régimen de fuerza en que vivimos, y no solamente esto. sino también su facultad organizadora de nuevos pueblos y aun su espíritu jurídico (57). Claro ejemplo de esto ha sido el descubrimiento de América y el amor a la justicia que ha mani– festado siempre rl pueblo español. Cuando su inf'luio por virtud del tiempo se había hecho una nota consustancial más de nuestra vida social. nos sobreviene el fenómeno reliaioso del cristianismo. "Cuando la cultura grecorromana perdió su fuerza y fué necPsario que vinirra alg-o nuevo, vino el cristianismo, creación semítica, de suerte que los dos 'puntales que sostienen el edi– ficio social en que hoy habitamos. el helenismo y el cristianismo. son dos fuerzas espirituales quP. por caminos muy diversos, nos han en– ,·iado los pueblos srrníticos". ne este influio religioso hablaremos rn particular al estudiarlo como parte integrante de la nacionalidad es– pañola. Y por último la influrncia más dPcísiva fué la arábiga: "fué la lucha con los ára hl's que nos ronfiauró rl espíritu caballeresco"; "fué la que dió vida c1 nuestro f'spíritu crui iotrsco" (58). Y es que conver– tido nurslro surlo en rampo dr hah:tllc1 dmantc siete lar¡ros siglm; /55) A. GANIVET. o. c.. t. II. pág. 1.073. /561 Idem. o. c .. t. I. pág. 617 (571 Idem. o. c .. t. II. pág. 1.073. (58) Idern. o. r .. t. I. pág. 242. La diferente interpretación de.J quiiotis– mo espafiol de Ganivet y de Unamuno puede sintetizarse en estas líneas: "l!:1 de

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