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15 tan católico y piadoso y es ahora víctima del terror co– munista. También, aunque vuestra bondad no lo necesita, creemos conveniente recordaros la deuda sagrada que pesa sobre nosotros para con los bravos jefes y solda– dos de nuestro Ejército, a quienes debemos la existencia, la salvación de nuestra Patria y t: 1triunfo de la causa de Dios y de la Iglesia. A su valor, a sus esfuerzos, al sacri– ficio generoso de sus vidas, les debemos lo que hoy so– mos y lo que seremos en el porvenir. ¿Cómo pagar esta inmensa deuda? Levantando los brazos al cielo, como Moisés, mientras ellos combaten, y con una vida de ora– ción, de ayuno, de penitencia, de privaciones, de obser– vancia, diariamente por ellos ofrendada, alcanzar la vic– toria definitiva, que, en frase del Espíritu Santo, es un don bendito del cielo. Y además, siempre que podamos hacer un beneficio ,1 alguno de esos heróicos soldados, a ellos o a sus familias, debemos trabajar hasta conse– guirlo, para saldar de ese modo la deuda con ellos con– traida. Y a este fin las puertas de nuestros Conventos, como hasta ahora laudablemente se ha hecho, deben ser franqueadas a los heroes de nuestra patria, que luchan a nuestro lado, para servirlos en la medida de nuestras fuerzas, privándono de muchas cosas, aunque nos sean necesarias, para mitigar con ellas los dolores y torturas de esta penosísima campaüa. Por último, Venerables Padres y Hermanos carísi– mos, las críticas circunstancias actuales, contra toda nuestra voluntad, han prorrogado nuestro mandato hasta el punto de estar ya en el XIV aüo de nuestro gobierno, y podemos afirmaros que, en estos postreros meses, ha su– frido nuestro corazón tan altas tPnsiones, que nos han causado un desgaste, físico y moral, que equivale y su– pera a un trienio tormentoso en trabajos y adversidades.

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