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- 41 - pequeña casa, habiendo sobrellevado con entereza he– róica los dos meses de :icerbos sufrimientos, en que ha– bían vivido sometidas a la tiranía marxista; pero conser– vando siempre su espíritu y sus prácticas religiosas. Les preguntamos por los huesos del Beato Diego, y nos die– ron por respuesta que estaban en salvo, en un desván de su Convento. Les dije que había que buscarlos almo– mento, y, llenas de santo celo, la Superiora y otra Reli– giosa nos acompañaron a él. El estado de la Iglesia y del Colegio ponía espanto. Jamás hemos visto más des– trozo, ni más desorden. Sobre aquellos montones de ruinas de la Iglesia que fué la Porciimcula de nuestro Beato Diego, aparecían intactos el altar de Ntra. Sra. de la Paz, cuya imagen había sido previamente escondida, y el del mis:no Beato Diego. Lo demás todo había sido destruido. Volvimos a preguntar por los restos del Beato Die– go José de Cádiz, y nos respondió la Superiora, dicien– do que el sacíistán los llevó a un drnván de la casa. Hi– cimos que lo llamaran, pero no hubo manera de encon– trarlo. Acompañados de D. Francisco Martas y de la Su– periora de las Esclavas, tratamos de subir a las cámaras, por las que, a causa de su estrechez y lo bajo del techo apenas podíamo..:, ni aún de rodillas avanzar; y, cuando ya eran las 9 de la noche; cuando, rendidos por el can– sancio del viaje y la falta de alimentos, nos habíamos re– tirado, sin lograr nuestros deseos, nos avisaron una me– dia hora después, que el joven sacristán había aparecido, y, que, en presencia de la Superiora, había encontrado las reliquias, que él guardó en una bolsa y ocultó en un hueco del desván del Convento. Podíamos ir a ver y exa– minnr los sagrados restos a la casa de er.frente de la iglesia de la Paz, que, como se sabe, es donde murió el Beato Diego José de Cádiz.

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