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-- 29 de su P. Director y su trágica muerte; sorprendidos en la madrugada del 6 de agosto por los milicianos, que irrum– pieron en el Colegio para matar a los sacerdotes y reli– giosos; percibiendo aquellos coloquios que sostenían en– tre sí sus Profesores y los que el P. Guardián tuvo con los esbirros matarifes; sintiendo los disparos con que caían heridos de muerte los religiosos de la Comunidad.. , esos niflos, como ángeles del cielo, con voces trémulas, porque temblaban sus tiernos corazones, sin faltar uno, permanecían de rodillas ante la Virgen Inmaculada, re– zando el rosario más fervoroso de su vida, para que el Seflor fortaleciera a sus Superiores y hermanos en aque– llos insuperables instantes, en los que en la plazoleta del Convento, convertida en Coliseo de martirio, derramaban su sangre cinco miembros de la Comunidad, por ser sa– cerdotes y religiosos y no aceptar la doctrina del comu– nismo. Aun no repuestos de esta terrible impresión, incre– mentada con los fantasmas de la soledad de la noche, vense obligados a afrontar una nueva prueba, que dejaría laceradas sus almas para toda la vida ... Los rojos se per– sonan en el Colegio y ordenan salvajemente que salgan los niflos con sus m,1estros. Varios camiones esperan en la puerta para conducirlos... ¿Dónde y para qué? Mo– mentos de una aflicción infinita para los seráficos. Al fin se cercioran que van al Convento de los Trinitarios, con– vertido ya en cuartel de los milicianos socialistas. iCuán– tos en aquella vorágine de furor, presentirían que en aquel cenobio, mansión antaño de redenciones, encon· trarían el lugar de su martirio! Allá los llevaron para que vivieran bajo el dominio de los rojos, para prostituir sus inteligencias y sus corazones, que, gracias a Dios, triunfaron virilmente en todas las tentativas, que fueron muchas e indescriptibles.

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