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- 28 - * * * Constituiría una preterición imperdonable si termi– náramos esta carta sin dedicar un recuerdo a nuestros queridos seráficos de la Provincia. El Señor en sus altos juicios ha permitido la deso– lución total y completa de nuestros dos Colegios Seráfi– co~, magníficamente montados en todos los órdenes, y llenos de niños, quienes expresaban su decidida voca– ción para ser capuchinos, misioneros y santos, como el Beato Diego José de Cádiz. Es de admirar, cómo los del seráficos de Ubrique, sorprendidos, el 18 de abril, a media noche, vieron que los rojos se llevaron a sus Profesores a la cárcel, y, en vez dt> entregarse al desaliento y a la indisciplina, cumplieron durante las horas de vida marxista con todas las ordenan– zas del Colegio; impusiéronse a los corrompidos y co– rruptores guardias con respuestas, inspiradas verdadera– mente por Dios, y sobre todo con una santa conducta. Advirtiendo que en el copón quedaron algunas partícu– las, no consumidas por los religiosos antes de salir, se distribuyeron en turnos y con dos luces hacían la vela de adoración, y cuando les llegó la hora de ir también a la prevención, como nuevos Tarcisios, se disputaron la suerte de llevar a los Padres el copón con las sagradas partículas. Y en la cárcel y después de ser libertados, con un brío impropio de su edad, permanecieron firmes a su vocación y ninguno quería marchar a su casa. Los seráficos de Antequera, por su parte, han dado ejemplo de un heroísmo tan grande, que sólo con la gra– cia de Dios puede sostenerse. Después de presenciar en el Colegio varios registros hechos por los rojos; conmo– vidos ante las vejaciones y malos tratos con que moles– taban a sus Superiores, a algunos hasta tenerlos ya en– cañonados para fusilarlos; habiendo sabido el calvario

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