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- 10 - Aquí termina dicha información, escrita por quien ha vivido las horas amarguísimas del martirio y asesora– do por quienes fueron testigos oculares de la crueldad inhumana de los marxistas y de la fe y mansedumbre de los religiosos sacrificados. ¡Qué satisfacción, Padres y Hermanos carísimos, pa– ra un Superior, para una Provincia, el ver que ninguno ha desertado; que ninguno ha huido; que todos, hasta última hora han estado en su sitio, cumpliendo con su deber! ¡Qué emoción es ver la mano de Cristo, apare– ciendo por encima del elegantísimo monumento de la Inmaculada, para poner en las sienes de nuestros heroes la corona de los mártires, que santificaron con su sangre el mármol níveo de la estatua de la Purísima! ¡Muerte, más para ser envidiada que narrada! ¡Espectáculo que llena de alegría el cielo, de admiración a la tierra y de gloria a nuestra Provincia! Descritos para conocimiento de todos el desarrollo de los trágicos sucesos, debemos hacer constar otros do– cumentos de gran interés, así Cümo los datos biográficos de cada uno de los mártires, unidos a sus retratos, te– giendo con ellos la corona, que ofrenda la Provincia a la santa memoria de sus más insignes hijos.