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482 Fr. SATURNINO ARA, 0.F.M. Cap. el ideal de la fraternidad. Dice esta regla, entre otras cosas: «sírvanse y obedézcanse mutuamente... en espíritu de caridad. Amense unos a otros, como dice el Señor: Este es mi mandamiento que os améis unos a otros, como yo os he amado. Y deben mostrar con otros el amor que n,utua– rnente se deben, como dice el apóstol: No amemos sólo con la lengua, sino con obras y de verdad... Y donde quiera que estén... y en cualquier lugar en que se hallen, deben reverenciarse espiritualmente y con dili– gencia y honrarse los unos a los otros... » La fraternidad es uno de esos elementos de la espiritualidad fran– ciscana cuya desaparición supondría la muerte misma del carisma fran– ciscano. Dentro de la fraternidad no se conoce el criterio de subordinación entre mayores y menores e incluso entre padre e hijo: «será un medio en que no habrá otras relaciones que las existentes entre hombres iguales y hermanos» º. Efectivamente, para la mujer comprometida con el ideal franciscano no ha tenido sentido el liderazgo del varón, en cuanto varón, ni tampoco el del superiorazgo en cuanto tal. Reconoce el hecho de que el Señor haya dotado a la Fraternidad, en otros términos, al grupo humano, de un hombre o una mujer enriquecidos con el don, carisma o cualidad que les hace aptos para ejercer la función de gobierno. Comprende que la cua– lidad de gobernante o de servicio no tiene por base la pertenencia al sexo maculino, sino que se fundamenta en la disponibilidad que tiene todo ser humano y en particular todo bautizado para ser tomado como instrumento por el mismo espíritu a fin de realizar una tarea en la edi– ficación de la casa de Dios. La historia del franciscanismo está llena de ejemplos en los que se ve cómo un hombre y una mujer trabajan conjuntamente por llevar ade– lante la realización de una obra apostólica o la actualización del carisma propio. Junto a la mujer fuerte que se siente llamada a una misión y logra que otros compartan el mismo ideal aparece el hombre que aporta s MATURA, T., O.F.M., Francisco de Asís una r¿plica en nombre del Evangelio, en Selecciones de Franciscanismo l (1972) 18. Y continúa: «Tal concepción, bien es verdad, no excluye el servicio de unidad y de la estructuración, sin las cuales una comunidad no podría existir; pero cada vez que se ejerce la autoridad se la rodea de una serie de precauciones contra la tentación del poder. La autoridad (palabra que nunca empleó Francisco) es un serviciait. Y en la página 17 escribe: «concepto de la autoridad que bien podría llamarse revolucionario si no fuera tan evangélico».

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