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LA MUJER EN EL FRANCISCANISMO, HOY 479 nar el problema de la mujer. Es con todo necesario llegar a distinguir, a este respecto, entre aquellos ambientes en los que se aprecia clara– mente infravaloración de la mujer y aquellos otros en los que se respiran aires de fe cristiana y se esfuerzan por un reconocimiento igualitario de unos derechos y dignidad que, al menos en teoría, se valoran debida– mente. Quisiéramos estar lejos de una postura defensiva de un pasado fran– camente descriminatorio, tanto en la práctica como en la teoría, a la hora de valorar la dignidad y los derechos de la mujer. Nos gustaría tomar una posición justa para no contribuir con nuestras líneas a aumentar el malestar que, en ciertos ambientes crea el movimiento libertador de la mujer que provoca, sobre todo en ésta, incluso actitudes de crítica y de rechazo de actuaciones de la Iglesia. Volvemos a insistir que es ne– cesario ver muy claro. Los problemas femeninos son muy diversos según las distintas naciones y culturas. Y así habría que tener bien presente que el problema de la mujer dentro de la Iglesia y de la vida religiosa y, a partir de ésta, dentro de los Institutos franciscanos reviste un carácter especial. He aquí el por qué pedimos un examen serio, objetivo y veraz de la situación de la mujer en el franciscanismo, para poder plantear con auténtico rigor las soluciones que exige una aceptación sinceramente franciscana de la igualdad. Durante el presente Año Internacional de la Mujer hemos visto pu– blicados diversos escritos, casi todos ellos con mirada retrospectiva y, a nuestro juicio, con visión poco favorable a la captación y desarrollo de este signo de los tiempos. Se limitan a recordar hechos lamentables o anécdotas del pasado. Tememos ser uno más en esta crítica negativa sin proyección sobre el porvenir. Partimos para la redacción de estas bre– ves líneas de la constatación de un hecho: el mundo de los eclesiásticos, después del Vaticano II y tras descubrir la parte eminente que los laicos toman dentro del Pueblo de Dios, está empeñado en hacer que sea rea– lidad el compromiso de mujeres y hombres sobre un mismo pie de igual– dad en las tareas del mundo y de la Iglesia ª y, en particular, está em– peñado en que las religiosas participen activamente en las tareas de Evan– gelización. 3 Constitución «Gaudium et spes)), núms. 9 y 2(J y Decreto «Apostolicam actuosi– tatem», núm. 9.

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