BCCCAP00000000000000000000363

488 Fr. SATURNINO ARA, 0.F.M. Cap. En realidad, ya sabernos que se trata de una crisis general, cuyo sentido histórico, es decir, providencial, no es fácil todavía precisar. Como dato positivo traemos el hecho apreciado en algunos lugares de un mo– vimiento de interés por la vida contemplativa, nacido en pueblos de elevada cultura y en medios y ambientes de gran concentración urbana. Y entre los religiosos y religiosas de vida activa este mismo fenómeno se mani– fiesta mediante una fuerte tendencia a compartir finales de semana y días de descanso con una comunidad de vida contemplativa. La familia religiosa franciscana puede ofrecer al mundo seglar y al mundo de los religiosos los remansos de quietud y oración que son esos cientos de conventos repartidos por todos los continentes y en los que las Hermanas se consagran al Señor en el silencio del trabajo y de la oración. Se habla mucho -tristemente con razón- del abandono en que viven los monasterios de religiosas. Ha entrado en ellos el deseo de renovación y de adaptación como respuesta a la llamada del Vaticano II. Faltan per– sonas y entre los seguidores de Francisco de Asís se echan de menos Hermanos y Hermanas de órdenes e Institutos de vida activa que se de– diquen con competencia a iluminar la renovación litúrgica y a descubrir a las Hermanas contemplativas los valores de la espiritualidad moderna y en particular de la oración litúrgica. No se encuentran personas -las hay- que conocedoras de las realidades de la vida económica y de las exigencias de la pobreza, encaucen a las contemplativas por caminos de testimonio en la posesión de bienes, retribución del trabajo y liberación frente al uso de las cosas. Dejemos de lado estos aspectos. Queremos quede bien claro que el futuro del franciscanismo en su vertiente de consagración y dedicación a la vida contemplativa está casi exclusivamente en manos de la mujer. A ésta pedimos que tome muy en serio el salvaguardar un valor tan querido por la Iglesia y por Francisco de Asís. Valor que el mundo comienza a estimar y apreciar como necesario para el progreso espiritual. El fenómeno de Taizé y otras manifestaciones de la juventud menos traídas y consi– guientemente menos conocidas están diciendo que la insatisfacción en la sociedad de consumo tiene, en un pequeño sector, el contrapeso de la búsqueda de Dios a través de la oración.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz