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484 Fr. SATURNINO ARA, O.F.M. Cap. y del fin específico, de la acomodada renovación de las propias leyes y de la orientación de la vocación apostólica 9 • 3. El futuro del franciscanismo y la mujer La vida religiosa tiene una gran tarea que cumplir y mucho por rea– lizar sí quiere ser lo que hoy gusta expresar con el término «sacramento». Que la vida religiosa sea «sacramento» quiere decir que la Iglesia da a conocer lo que ella es, lo que pretende, lo que desea por medio de la vida consagrada. Es verdad que sólo bajo algunas facetas, pero ciertamente en ellas, lo mejor que tiene la Iglesia lo posee en la vida religiosa. A quien se dirige a la Iglesia y le pregunta -siempre bajo ciertas facetas- ¿quién eres tú? o ¿qué eres tú?, la Iglesia puede y debería poder contestarle: mira la vida religiosa, así soy yo y así seré yo 10 • Dentro de la Iglesia la familia franciscana deberá tomar en serio la necesidad de purificar la sacramentalidad o signo y que cada día sea 9 «En la Iglesia, la mujer tiene, a nivel apostólico, una responsabilidad muy grande, escribe Lucette Sabourin, pero cuando se trata de tomar decisiones en los dominios que le conciernen directamente le es difícil llegar a hacer oír su voz para expresar las particularidades de su ser personal y femenino ... Una experiencia me ha obligado a reflexionar sobre esta cuestión. En los años que precedieron a mi entrada al claustro, milité activamente en la Acción Católica a nivel diocesano y nacional. Me acuerdo que en varias oportunidades me entrevisté con el Obispo de mi diócesis para presen– tarle el informe anual de nuestras actividades y proyectos. Me sentía a mis anchas, verdaderamente responsable, así como también mis compañeras de apostolado. Adivi– narán mi sorpresa cuando constaté, algunos años más tarde, en el claustro con qué minuciosidad debía pedir nuestra abadesa los más insignificantes permisos a nuestro obispo, sobre todo en lo relacionado a la clausura. Yo me hacía entonces muchas preguntas. ¿Sería una exigencia del voto de obediencia? ¿Cierto legalismo en la aplica– ción de la ley? ¿Una búsqueda de seguridad? ¿Una obligación inherente a la clausura papal? ¿Un estado de cosas debido a circunstancias históricas ya superadas? Entonces tuve la impresión de otra forma de civilización ¿Cuáles son las razones de una situación tan diferente creada a una misma mujer, en la misma época? Desde el momento que una mujer tiene la posibilidad de manifestarse a nivel de una actuación, ella da prueba de su competencia si ha recibido una cultura adecuada. Como en la Iglesia tiene poco acceso a los organismos de decisión, no Je sucederá oue está conceptuada más bien en relación a su imagen tradicional que al valor profundo de su ser autónomu, libre y responsable? La monja por su parte, es tributaria de un duro pasado histórico... >> Cfr. SABOURIN, L., O.S. Clara, La mujer y el estatuto de las monjas, en Cuadernos franciscanos de renovación 8 (1975) 115-116. Añadimos por nuestra cuenta: Ese pasado histórico de intromisión por parte de los eclesiásticos en el gobierno y vida de la mujer consagrada se acentúa, hoy, y de forma alarmante cuando se trata de asuntos económicos. 10 AsIAN. M. A., Sch. P., La vida religiosa en la Iglesia local, exposición a la XVI Asamblea General de la CONFER masculina, 1975. Manuscrito, p. 21.

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