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OBRAS DE LA LEY Y LEY DE CRISTO SEGUN SAN PABLO (9) otra ley que lucha contra la ley de mi razón y me encadena a la ley de pecado que está en mis miembros. iPobre de mi! ¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte?''. 11 Esta visión tan pesimista de la condición humana no debe entenderse de una manera tan rígida como se presenta. "No se trata de un pesimismo de cuño moral, como si cada una de las personas no creyentes realizase siem– pre y sólo el mal, sino de una valoración de la incapacidad del hombre para alcanzar con sus energías la meta final de la vida". El lamentable estado en que viven unos y otros, judíos y griegos, sirve de transfondo para afirmar la eficacia de la acción salvadora y liberadora de Cristo. Pablo hace estas refle– xiones iluminado y vivificado ya por el acontecimiento salvador, culminado en la muerte y resurrección de Cristo: ''Pues yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. Con Cristo estoy crucificado. Y ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí. Y la vida mortal que llevo ahora la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí. No rechazo la gracia de Dios, porque si por la ley se logra la justicia, entonces Cristo murió inútil– mente" (Gl 2, 19-21). En Jesús, el Padre ofrece al hombre la oportunidad escatológica, última y definitiva, de realizar su proyecto vital. 12 Pablo reflexiona no de modo inductivo, sino deductivo, como se mani– fiesta en algunos textos que citamos: "... porque si por la ley se logra la justicia, entonces Cristo murió en balde" (Gl 2, 21); "mirad que yo, Pablo, os digo: si os circuncidáis, Cristo de nada os aprovechará" (Gl 5, 2); "os habéis apartado de Cristo los que buscáis la justicia en la ley, habéis perdido la gracia" (Gl 2, 4); "y sabiendo que el hombre no se justifica por las obras de la ley, sino por la fe de Cristo Jesús, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, ya que por las obras de la ley nadie será justificado" (Gl 2, 16). Según Pablo, la salvación viene única y exclusivamente de Cristo; en él Dios se revela definitivamente en la historia: "pero cuando llegó la pleni– tud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, sometido a la ley, para redimir a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la filiación adoptiva" (Gl 4, 4). La muerte y resurrección de Cristo es el acontecimiento escatológico en el que "los poderes de este mundo" han sido vencidos (Rm 8, 3s, 31-39; 1 Co 15, 24-28; Cl 2, 15). Cristo realiza funciones no sólo de simple individuo, sino de figura representativa (2 Co 5, 14). Plenamente se identifica con la humanidad pecadora hasta la muerte (Rm 8, 3s; 2 Co 5, 21; Gl 4,4; Fl 2, 6-8) de tal modo que todos pueden í I W.S. C."-'>lPBELL. Romains lll a K('.l' to thc Stmc/llre and Thoughr of rhc L1'tr1'1; NT (1981) 22-40. D.R. HALL. Romaíns 3. 1-8 reconsidered, NTS 29 (1983) 183-197. 12 G. BARDAGLIO. ob.cit. 198. 21
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